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Una montera en el Citroën

A veces me pregunto qué hubiera sido de mi vida si no me hubiese pasado la mitad de ella buscando dónde dejar el coche

Manuel Pedreira Romero

Viernes, 26 de julio 2024, 17:23

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Una vez conseguí aparcar en la calle San Antón. Fue una conquista de incalculable valor, lo sé. No intervino ningún mérito, solo la fortuna, el ... puro azar que liberó un hueco de cinco metros para mi Citroën. A veces, en las reuniones de amigos a las que todavía me invitan, me piden que lo cuente. Nadie me cree. Aparcar en San Antón, en esas cuatro o cinco plazas que quedaban al comienzo tras el giro desde Alhamar cuando se podía girar a lo loco sin la vista puesta en ningún parking, por el mero placer masoca de no encontrar un sitio libre, era una entelequia, una fantasía, algo así como cazar un ciervo con las manos.

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