Una lumbre de papeles
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 3 de octubre 2025, 23:02
Son tiempos de personajes zafios, como Trump; crueles, como Netanyahu; bárbaros, como Putin; iluminados, como Puigdemont; o taimados como nuestro presidente, que además de lo ... anterior es un dique contra la ultraderecha y unas cuantas cosas más, todas admirables. Y a esos próceres, que no son fruto de la vid ni del trabajo del hombre como el buen vino, sino de la imperfecta y sagrada democracia, les corresponde llevar a buen puerto la nave del planeta, una barcaza que no para de bambolearse empujada por guerras impías, cambios climáticos y desafíos tecnológicos que amenazan con hacerla zozobrar.
Pues bien, entre esa pléyade de eminentes dirigentes acaba de emerger como un titán el presidente de nuestra Diputación provincial, que ha decidido poner encima de la mesa la posibilidad de eliminar el apellido 'Jaén' en el nombre del aeropuerto de Chauchina, también conocido como Federico García Lorca Granada-Jaén. Así, sin anestesia. Recurrir a lo del elefante en medio de la habitación es de una vulgaridad insoportable, pero confieso que me encanta hacer el ridículo en público. Pero sí, lo del nombre del aeropuerto ha sido desde hace años, pongamos trescientos cincuenta para no quedarnos cortos, una cuestión que ha preocupado muchísimo a los granadinos pero que nadie ha sido capaz de afrontar con verdadero coraje y sin reparar en las consecuencias. Hasta ahora.
Generaciones de zaidineros, lojeños y hasta accitanos se han ido de este mundo sin que la vida les haya regalado la serenidad que proporciona un nombre de aeropuerto digno, bello y cuajado. Este asunto ha sido un drama soterrado que se ha escondido como algunos esconden la calvicie o como Frasquita Alba tenía a su madre oculta en el altillo de su casa de Asquerosa. Encerrada por loca y por sincera. Reconozcamos que al aeropuertito de Granada el nombre le queda un poco largo. Quizás porque la realidad del aeródromo ofrecía una imagen mustia que jibarizaba los innumerables atractivos de Granada, se decidió que el nombre sería contundente y extenso. Nada de Heathrow, Orly o Tenerife Sur. Mejor ponerlo todo perdido de apellidos y armarse de un largo nombre que epate al personal y mueva a la visita. Sucede que al final, por mucho que la dictadura le pusiese a una calle de Granada 'avenida del Almirante Carrero Blanco', nadie dejó nunca de llamarle 'La Redonda'.
No seamos más idiotas de lo necesario. A 30.000 pies de altura, en las pantallas de las terminales aeroportuarias y en los buscadores de vuelos, lo de Chauchina se llama GRX. Ni Federico, ni Granada ni Jaén. Tres humildes letras que lo dicen todo. Ahí dentro están la Alhambra, Sierra Nevada, las cuevas del Sacromonte y la playa de la Caletilla. Lo demás es montar debates hueros, organizar polémicas de exclusivo consumo partidista o encender una lumbre de papeles.
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