Levitación magnética
El granadino fetén, en su versión perversa y malograda, aún conserva esos aires de hidalgo venido a menos
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 31 de octubre 2025, 22:47
Hasta a los más viejos del lugar les costará recordarla. Es la vieja rivalidad entre Granada y Málaga, un añoso enfrentamiento por encabezar el lado ... oriental de Andalucía que decayó por su propio peso hace ya tanto tiempo que cuesta situar en qué momento murió una competencia tan desigual. Málaga se convirtió en un avión y Granada se quedó en avioneta. De colección, colleja, de 'incalculable valor', solo para gourmets, avioneta de culto, pero avioneta. El granadino fetén, en su versión perversa y malograda, aún conserva esos aires de hidalgo venido a menos que se ensimisma en grandezas pasadas y mira por encima del hombro a los malagueños mientras, en el fondo, muy en el fondo, es incapaz de reprimir el golpe de envidia y codicia que le despierta la prosperidad vecina.
En Málaga seguro que también cuecen habas pero, vista desde aquí, se antoja una provincia próspera de la que tiran un litoral experimentado y una capital que no para de reinventarse y de sumar atractivos sobre unos mimbres por los que pocos hubiesen dado un duro hace medio siglo. Y a Málaga la empuja también su aeropuerto, una instalación moderna que ha crecido a un ritmo envidiable y que tiene por delante un valioso proyecto de ampliación. ¡Presidente de la Diputación de Málaga, sal de mí, sal de mí, abandona a este pobre granaíno puto y fino, déjalo que siga con sus folletás, que se basta y se sobra para enterrarse solo!
Dijo el lunes Gerardo Cuerva que debemos aprovechar la cercanía de Málaga, cobijarnos en el calor que irradia para que nuestros huevos se incuben con más lustre. No anda muy equivocado el portavoz de los empresarios locales. Nos encanta leer que el aeropuerto agonizante de Granada estrena conexiones aéreas a destinos tan exóticos como Nantes pero pronto se nos olvida que esos vuelos nos los coge casi ni el piloto. Por algo esas rutas acaban desapareciendo más pronto que tarde, desaparición que misteriosamente coincide con el final de las ayudas públicas que las llevaron a aterrizar en Granada. Bueno, en Chauchina, en Granada-Jaén, en Federico García Lorca o en como se llame eso que hay un poco antes de llegar a Cijuela. Después de la agria polémica que sostuvieron los presidente de las diputaciones de Granada y Jaén con Iñaki Gabilondo (esto se me va de las manos) no estaría mal abrir un nuevo debate sobre el nombre de la futura nueva terminal del aeropuerto de Málaga. ¿Qué tal Málaga-Este? ¿Sonaría bien Banderas-Lorca? ¿Cuajaría nuestro tísico aeropuerto como sucursalita del malagueño?
Para alcanzar esa categoría subalterna todavía tiene que mejorar la conexión entre las dos instalaciones, y la A-92 está para hacer claqué. Solo hay una solución: un tren de levitación magnética como el de Shanghai que cubra la distancia en media hora. Saldrá barato, como opinar.
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