Una larga cabellera
Era la tercera carta de Pedro, solo que esta se dirigía a un único ciudadano
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 7 de junio 2024, 23:03
Estaba debajo de un sobre de Endesa, otro del Santander y de un folleto de una clínica dermatológica. Cogí el mazo de un puñado y ... en el trayecto del ascensor solo me dio tiempo a comprobar lo cara que sigue estando la luz, que aún me quedan seis letras para terminar de pagar dos muelas de titanio y que nunca cederé a los cantos de sirena del ácido hialurónico. Pero la sorpresa saltó al final, en el último sobre.
Salvando distancias siderales, me sentí como aquel reportero que fue enviado a cubrir el vaciado de las criptas de un convento y, tras ver desfilar los huesos de varias abadesas y obispos, al abrirse una de las hornacinas del altar mayor se desparramó una cabellera de veintidós metros y once centímetros pegada al cráneo de una niña. Aquel reportero escribió una novela sobre la dueña de la mata de pelo y le acabaron dando el Nobel. En mi caso, solo aspiro a no llevarme una hostia con la mano abierta.
El sobre, y arribo ahora al inefable centro de esta historia, contenía una carta de tres hojas escritas por ambos lados. Aquí quedaría bien describir la caligrafía del autor, pergeñar análisis psicológicos sobre las intenciones ocultas tras las palabras, pero no puedo porque estaban escritas a ordenador. Y sí, era una carta de Pedro, del presidente. La tercera carta a los ciudadanos, solo que esta se dirigía a un único ciudadano. A mí.
Soy incapaz de reproducir literalmente el contenido de la carta pero no me cuesta recordar sus líneas maestras. Me decía Pedro, con toda la razón, que lo ocurrido con su mujer es una felonía, que el juez Peinado forma parte de una conspiración de la ultraderecha internacional para acabar con la democracia que son él y su mujer. Que los jueces, en su inmensa mayoría, son señores y señoras de derechas. Que quién era un juez para inmiscuirse en las ocupaciones de su esposa. «¿Acaso un juez tiene derecho a decidir cómo se aplica o no se aplica una ley si no ha sido elegido por el pueblo? ¿No sería más justo que esos jueces fuesen votados en unas elecciones, y que si por cualquier razón fuera elegido un juez de derechas, se repitiera la votación una y otra vez hasta que se eligiera a un buen juez progresista?». Estas preguntas sí son literales porque las apunté en el reverso de la factura de Endesa. Luego argumentaba cosas parecidas de los medios de comunicación, baluartes de la democracia cuando defendían su causa, la de Pedro y Begoña, y productores de fango cuando se atrevían a cuestionar cualquier actuación de la pareja. Y así seguía y seguía durante tres páginas, al final de las cuales me pedía ayuda para seguir levantando el muro. Ya le he contestado. Le he dicho que me avise si ve por ahí una cabellera de más de veinte metros.
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