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El dedo de Dominguín

No se me ocurre una forma mejor para subrayar con un gesto cada uno de sus cambios de opinión

Manuel Pedreira Romero

Viernes, 10 de enero 2025, 23:01

Primero fue la incredulidad. No puede ser. Será una trola, una exageración propia de estos tiempos de desmesura. Después vino la reflexión, el atar cabos, ... el examen pormenorizado de los antecedentes. Ya no me sonó tan extraño. Hombre, no me parece normal pero, en fin, ahora que lo dices… Más tarde, envenenado por la tendencia al exceso y a la distorsión a la que conduce la sobreabundancia de información, no solo me lo creí sino que hasta me pareció digno de aplauso. Y todo porque me dijeron esto: «El presidente acaba de hacer un corte de mangas en público, rodeado de gente y con cámaras cerca, y ha acompañado el gesto con un berrido propio de un osa parda en celo». Todo un presidente, con su traje, su corbata y su séquito, basureando con un ademán tabernario el escrúpulo formal que cabe atribuirle y exigirle como representante máximo de una institución.

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