El banderillero de Belmonte
Si nadie esperaba una ponencia contraria a la amnistía, ¿para qué sirve el Constitucional?
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 6 de junio 2025, 22:49
Hace pocos días leí en una web de esta tierra una de esas noticias bomba tan del gusto del público. 'Así es el nuevo Asador ... que acaba de abrir en Granada: «Las carnes son el producto estrella»'. Explotaron varios audímetros, en concreto el del aeropuerto, que es como el fiel de la balanza de todo lo que ocurre en Granada. Volvió a sumirme en la melancolía la constatación de que lo obvio ha adquirido la condición de noticia sin que se nos mueva un músculo de la cara, pero es lo que es, hay lo que hay, como cantaba Carlos Goñi en los 90 con su voz solemne, grave y tristona como una procesión en Zamora. ¿Qué se espera que sea el producto estrella en un Asador? ¿Aguacates de Otívar? ¿Anchoas de Santoña? ¿Tornillos con rosca ciega?
En ese terreno de las obviedades, esta semana hemos conocido una bastante menos frívola que la que he relatado hasta ahora, que no deja de ser una broma. La terrible obviedad ha sido facturada por el Tribunal Constitucional, una de las más altas instituciones del Estado, y consiste en que nadie esperaba una ponencia contraria a la amnistía. Y si nadie la esperaba… para qué sirve el Constitucional. Los argumentos empleados en la ponencia sobran porque lo que importa es la decisión previa, el pulgar arriba o el pulgar abajo predeterminado por quien te ha colocado en esa cúspide jurídica y mueve los hilos y te maneja como una marioneta y espera y exige fidelidad perruna. Luego ya se buscarán los fundamentos, se crearán las tesis, se construirán los razonamientos o se buscarán en Google. Qué más da.
La ponente de la sentencia de la amnistía, piedra fundacional de esta legislatura, ofrece explicaciones curiosas para defender un texto que atenta de manera flagrante contra la igualdad de todos los españoles. Sostiene, por ejemplo, que la amnistía es compatible con la carta magna porque en ningún lugar de su texto se prohíbe expresamente. Cuando mañana me detengan por circular por la autovía a lomos de un elefante, advertiré de que las señales proscriben la circulación a pie, en bicicleta, a caballo o en tractor, pero nada dicen de los paquidermos.
Otra de las deslumbrantes premisas en las que se apoya la ponente es que su misión no es analizar si la amnistía obedeció a un trueque de votos por investidura, que es lo que clamorosamente fue, para concluir que la medida extraordinaria fue un ejercicio de «convivencia, generosidad y sensibilidad», que es lo que no fue. Hace justo diez años, la ya entonces exmagistrada del Constitucional Elisa Pérez Vera me contó en una entrevista para este periódico que no existían presiones externas ni interferencias sobre los miembros del tribunal. El caso es que la creí. Pero diez años dan para mucho y al final, como el banderillero de Belmonte que terminó de Gobernador Civil, hemos degenerado en esto. Ay, Inmaculada.
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