Extraterrestres buenos
Nuestra tradición cultural ligada a la presencia de alienígenas entre nosotros carece de bases creíbles
Manuel Montero
Jueves, 21 de septiembre 2023, 23:14
La NASA comunica que no encuentra pruebas de que los extraterrestres estén tras tantos fenómenos inexplicables. O sea, que la iniciativa del Parlamento de México ( ... donde, por lo que se deduce, no tienen gran cosa que hacer) acogiendo dos cadáveres alienígenas es pura filfa. Cuando ves las fotos de estos restos extraterrestres tiendes a estar de acuerdo con la NASA: dan en maniquíes de todo a cien.
Así que nuestra tradición cultural ligada a la presencia de alienígenas entre nosotros carece de bases creíbles. Pues es una pena, porque ya nos habíamos hecho a la idea y mucha gente encontraba en los ovnis y asociados un objeto en el que volcar su fe. En la época posreligiosa sigue siendo necesario creer en algo y los extraterrestres venían muy bien para el caso.
Además, el tipo de extraterrestres de estas creencias resulta estimulante: parecen una pandilla de capullos, con actividades raras, reflejo obvio de su inferioridad respecto a los humanos, que es lo que nos interesa (en esto el supremacismo está justificado, para dejarlos en su sitio cuando haga falta).
Por lo que se difunde, estos extraterrestres dejan mucho que desear. Tendrán mucho desarrollo tecnológico, pero para qué. Recorren en un santiamén años-luz y lo más ingenioso que se les ocurre es construir pirámides, que se van quedando viejas. Vienen desde el otro lado de la galaxia y se dedican a las pirámides, a las esculturas de la isla de Pascua y a jeroglíficos en Sudamérica. Tanto viaje para eso.
Unos capullos o unos buenazos. Nos convienen estos extraterrestres, que parecen inofensivos y fáciles de dominar, habida cuenta de que les gusta jugar con piedras y dejarnos adivinanzas sobre su presencia entre nosotros.
Mismamente, cuando (según aseguran los creyentes) se dedican a abducir humanos. Por lo que se ve, eligen especímenes raros, que apenas se enteran de los experimentos que hacen con ellos. Luego los sueltan y sólo después de unos años el abducido recuerda las barrabasadas que le hicieron. En esto parecen también bastante torpes, pues se evidencia que en tantos siglos no han logrado averiguar cómo somos; y, encima, abducen a tipos a los que, por lo que se les ve, les falta un hervor.
Tampoco parece admirable el jueguecito que se traen moviéndose velozmente en sus ovnis, sin llegar a manifestarse a las claras.
Si los extraterrestres fuésemos nosotros no nos andaríamos con tantas milongas. Anunciaríamos estruendosamente nuestra llegada al exoplaneta, llenándolo de banderas y a los alienígenas oriundos les haríamos sentir el poderío, forzándolos a construir pirámides a nuestra honra y esclavizándolos para lo que hiciera falta. Como las expediciones terrícolas formarían autonomías pronto entrarían en guerra, echando mano de los alienígenas locales para que lucharan por nosotros, tras haberlos imbuido de nuestros mitos y creencias.
Por eso parece preferible el modelo de extraterrestre que ahora quieren declarar inexistente. Pero la declaración de la NASA es inútil. Quien cree en los extraterrestres seguirá teniéndoles fe, que no necesita pruebas, sólo ganas de creer.
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