Lo que el agua se llevó
Ha sido una vergüenza nacional. La clase política nos abochorna
Manuel Montero
Jueves, 7 de noviembre 2024, 23:52
Ser español se ha convertido en una experiencia de riesgo. Los daños del desastre de la DANA se han visto agravados por la intolerable incompetencia ... de los responsables de gestionar crisis de este tipo. Se retrasaron en dar el aviso y, producida la emergencia, han sido torpes, ineficaces y lentos en organizar las ayudas, ante la indignación nacional.
Es posible que, como señala algún periódico extranjero, haya habido muertos evitables, en el que quizás sea el mayor desastre producido nunca en España.
Nuestros políticos se han dedicado a lo de siempre: politiquear. Unos, a no asumir responsabilidades, para que se aneguen, perdiendo votos, los autonómicos; éstos, a no pedir ayudas, para decirse autosuficientes. Nada de colaborar, de afrontar juntos los gravísimos problemas. Nada de echar mano inmediatamente de todos los recursos del Estado. ¿Por qué tardaron en movilizar el ejército? No se entiende.
Ha sido una vergüenza nacional. La clase política nos abochorna
Quizás los partidos, tras demostrar su inutilidad, estėn preparando su artillería argumental para señalar los fallos de los demás. Todos tendrán razón, pues ninguno ha estado a la altura. Será la disputa de los necios.
Hay un problema de raíz, la escasa preparación de nuestros mandos, que se quedan paralizados ante un desastre, incapaces de tomar decisiones y de organizar ayudas. No saben y, peor, no saben que no saben, por lo que les cuesta delegar en los especialistas.
Cualquier empresa exige a sus empleados más preparación que la política, pese a que esta toma las decisiones públicas más importantes. Si la capacidad de la economía privada fuese equiparable a la dirección de lo público, ya habríamos quebrado. Estamos gobernados por una pandilla de inútiles, de cualquier partido, por lo que se ve seleccionados sin otro 'mérito' que el peloteo y su capacidad de despreciar al contrario, pese a la evidencia de que son de la misma calaña, a juzgar por cómo comparten ignorancia y desidia.
«Si necesitan ayuda, que la pidan»: el dislate del presidente, como refiriéndose a un país que no fuese de su incumbencia, equivale a su epitafio, aunque todavía no lo sepa.
«Los diputados no estamos para ir a Valencia a sacar agua», la estulticia de una diputada de Sumar, no contravenida por sus colegas, sella la bajeza y falta de empatía de unos sujetos que ignoran para qué están ahí.
¿Es España un Estado fallido, por su incapacidad de hacer frente a una calamidad, como se ha dicho estos días? Todavía no, aunque la distancia que ha mostrado con la sensibilidad nacional, solidaria, señala que vamos en caída libre. Sin embargo, sí es un Estado en crisis, trance que puede agravarse si los políticos quieren resolver esto con sus habituales insultos y acusaciones, sin analizar conjuntamente las causas de su fracaso y hacer propósito colectivo de enmienda. El cabreo nacional es tal que harían bien en no retrasarse en la tarea y en evitar el 'y tú más', que puede serles mortal de necesidad.
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