¿Accidental, involuntario?
Sea un bulo o sea cierto el documento, ¿de verdad entre nuestros deportistas de postín algunos creen que es posible la violación por accidente?
Manuel Montero
Jueves, 26 de septiembre 2024, 23:05
Yo no quise, yo no fui, fue sin querer, un accidente, algo involuntario… en estos tiempos afortunadamente tan sensibles a cualquier tipo de abuso, sobre ... todo sexual, hay tendencia a sacudirse de encima la responsabilidad cuando se cometen desafueros, y encima se hace con argumentos pueriles, excusas traídas por los pelos y explicaciones bochornosas.
En el juicio que se celebra en Francia contra decenas de hombres que abusaron de la mujer a la que drogaba su marido para propiciar la violación vuelan las excusas: «Fue una violación involuntaria», asegura alguno; «tengo un profundo respeto por la mujer», dicen otros, queriendo desmentir la evidencia. Hay coincidencia en asegurar que son «tipos normales». ¿Normales? Querrán decir que no tienen el aspecto de violadores de barrios marginales y que se consideran a sí mismos buena gente, de confianza, respetuosa con la ley y las normas. Por eso, resulta urgente revisar el concepto de normalidad, que no puede identificarse con la apariencia. Tampoco debería equipararse a la irresponsabilidad, como sucede en este caso.
Las razones que se esgrimen para explicar todo este brutal suceso, sugieren que el progreso técnico facilita el deterioro ético. Todo se debió, dicen, a que el marido y los demás facinerosos contrajeron alguna adicción a la aberración sexual en internet, que posibilitó que alguien explicara cómo drogar a la mujer para que no se enterase y que permitió que el marido, incalificable, difundiera la posibilidad de aprovechar la ocasión. Así, cometieron las fechorías como actividades al margen de su vida, que no afectaba a su imagen de gente normal.
Pero no sólo es la capacidad adictiva de internet. Está también la tendencia a buscarse excusas, a irresponsabilizarse de los actos propios (sobre todo si son delictivos) y a la banalidad con la que al parecer se concibe a la violación.
Quizás sea un bulo –parece demasiado burdo para ser cierto–, pero responde a la misma mentalidad escapista, en este caso buscando preventivamente la irresponsabilidad. Dicen que circula un escrito entre futbolistas y otros deportistas con el que querrían cubrirse ante posibles problemas derivados de sus actividades sexuales, que por lo que se ve deben de ser muchas y a la brava.
Ese presunto contrato lo tendría que firmar el/la partenaire para dar su consentimiento sexual. Resulta difícil imaginar que nadie firme esta patochada con previsiones de actividades sexuales diversas y que olvida que el consentimiento puede retirarse si se cambia de opinión, incluso tras haber firmado.
Pero lo más llamativo es que entre las cláusulas que quieren ser exculpatorias figura la posibilidad de la «violación accidental», un concepto nuevo que va en la misma línea de banalidad ante las violaciones. ¿Cómo se puede violar accidentalmente? Sea un bulo o sea cierto el documento, ¿de verdad entre nuestros deportistas de postín algunos creen que es posible la violación por accidente?
De ser así, queda claro que la naturaleza o la providencia no asocian necesariamente las dotes físicas con las mentales. Del deterioro moral ya nos encargamos después.
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