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La forofa

Para lanzar un dardo con elegancia se debe disponer de una notable inteligencia que propicie la chispa suficiente para que la lengua ordene con celeridad el pensamiento.

Manuel Molina

Jaén

Sábado, 18 de noviembre 2023, 23:17

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Cicerón era temido como orador, cuando hablaba mortificaba a sus adversarios con expresiones hirientes, pero nunca ofensivas, ni difamatorias: por tal circunstancia potenció el arte ... de la oratoria y ha sobrevivido como ejemplo a través de los siglos. No es nuevo el insulto en los parlamentos, en ocasiones ha quedado como parte de los debates fogosos y candentes que se han celebrado. Ahora bien, que se haya recurrido a la bajeza más simple sí que llama la atención. Para lanzar un dardo con elegancia se debe disponer de una notable inteligencia que propicie la chispa suficiente para que la lengua ordene con celeridad el pensamiento. Un ejemplo de manual reside en Winston Churchill, al que interpeló Lady Astor, primera mujer parlamentaria inglesa, con estas palabras: «Si usted fuera mi marido, le echaría veneno en el té». Esta ofensa fue respondida por el dirigente con la siguiente mala uva: «Señora, si usted fuese mi esposa… me lo bebería».

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