Escribir y publicar
Cuando se idea y lleva a cabo un proyecto literario se abona con ilusión, pero nunca se tiene la certeza de que el camino permitirá disfrutarlo.
Manuel Molina
Sábado, 26 de abril 2025, 20:01
Ha pasado la celebración del libro un año más con la consiguiente alegría de librerías, editoriales, agencias literarias e incluso autores que han ofrecido creaciones ... generadas con anterioridad y que bien como novedades, o bien como oportunidad, se han mostrado a quien tuviese la decisión de comprarlos para después incluso leerlos. Ha sido una semana de mucha escritura en torno al libro, sus gentiles bondades, y su parte importante de negocio, que contribuye en un porcentaje considerable al Producto Interior Bruto de nuestro país. Un brillibrilli curioso y necesario, no olvidemos que también existe, por ejemplo, la fiesta de la cerveza alemana; así que honremos el día del libro. De todo lo que he podido apreciar en estas fechas me ha sorprendido un enfoque ofrecido por la escritora Rosa Montero, que reflexionaba al hilo de los fastos librarios sobre aquellas personas que con una solvencia escritora más que sobresaliente no logran alcanzar el empujón que supone un aquí y ahora determinante para ser reconocidos. Mucho talento se queda tristemente en el camino.
¿Qué hubiese pasado si alguien en un momento determinado no hubiese creído con olfato de mercado que el libro que David Uclés pergeñó durante quince años podría ser uno de nuestros clásicos contemporáneos?, ¿qué hubiese pasado si alguien no hubiese apostado por ese monumento lleno de amor al libro y la cultura clásica que nos brindó Irene Vallejo en 'El universo en un junco'? En cada buena obra las mimbres básicas deben partir de una técnica solvente y si además se asientan en la originalidad y calidad, miel sobre hojuelas, pero qué pasaría si una obra de gran valor no encuentra quien la transporte hasta la visibilidad.
Siempre recuerdo que Miguel de Cervantes no pudo disfrutar del éxito del libro más leído junto a la Biblia; como Kafka, que incluso en su falta de apego a lo creado determinó que se destruyera su creación. Rosa Montero aportaba en su escrito el ejemplo de personas cercanas que habían abandonado la escritura porque nunca se produjo la alineación astral debida para que pudieran ver difundida su creación. No me refiero a que vieran la luz que hoy día cualquiera puede pagarse una autopublicación, sino porque el mérito y posible notoriedad no encontraron el hic et nunc apropiado para darse a conocer más allá de un corto círculo cercano.
En ocasiones tengo encuentros con alumnado de institutos, jóvenes que se interesan por la escritura y cuando les planteo que la creación literaria puede contener ciertos momentos de sufrimiento se asombran. Casi toda actividad artística puede conllevar esa sensación, incluso entre autores consagrados. Cuando se idea y lleva a cabo un proyecto literario se abona con ilusión, pero nunca se tiene la certeza de que el camino permitirá disfrutarlo. Se pueden aportar variadas circunstancias, aunque casi siempre encuentras alguien que confiesa 'sufrir' con la escritura. Una chica en un instituto me contestó: «pues déjalo» y me salió del alma: «es que no sé cómo dejarlo». De todos modos sigan leyendo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión