Control en el aeropuerto: ¿para qué y para quién?
Manuel Martín Montero
Lunes, 20 de enero 2025, 23:10
Estos días festivos que ya hemos dejado atrás hemos viajado unas cuantas personas de esta provincia para reencontrarnos con la familia o por cualquier razón ... relacionada con la devoción o la obligación. Algunos lo hemos hecho a través del aeropuerto Federico García Lorca y hemos comprobado cómo una zona de estas instalaciones se ha acondicionado para el futuro control de pasajeros 'por la cara'. Si me permiten el juego de palabras, no es que sea gratis pasar sino que se hará por medios biométricos, que tienen en cuenta los rasgos físicos de cada uno de nosotros.
Según fuentes de Aena, esa zona se ha preparado para instalación de equipos con tecnología ABC System que hará posible la automatización de la supervisión documental. Esto significa para el pasajero una agilización positiva, pues se aminoran los tiempos, mediante la mejora del control de pasaportes en la sala de preembarque.
No puede uno más que rendirse a imaginar que es parte de una de esas películas de acción o de espías que vimos en el pasado y que quizá nunca podríamos imaginar que llegaran a formar parte de nuestro día a día. En resumen, habría que introducir el pasaporte, poner el dedo en el sensor para reconocer las huellas dactilares y, acto seguido, aparece una pantalla que reconoce nuestros rasgos faciales.
Ya tenemos el cómo, el porqué y uno de los para qué. Sin embargo, me gustaría entrar en ciertos detalles. En primer lugar, este control es solo para vuelos a destinos 'No Schengen' y, que yo sepa, son escasísimos en el aeródromo de Granada y Jaén. Entonces, ya el nivel de utilidad baja, por lo menos a corto y medio plazo, dependiendo además de cuánto se tarde en inaugurarlo. Y luego también habrá que ver su mantenimiento, ya que en Madrid, donde ya funciona, se ha estropeado y más de uno ha perdido un avión después de hacer colas de 45 minutos, a pesar de que cuando está operativo agiliza mucho.
Las cifras las desconocemos al igual que la fecha de puesta en funcionamiento, pero a nadie se le escapa que se trata de una inversión importante, puesto que se trata de tecnología punta y de actuaciones delicadas dentro de la obra de este edificio. De hecho, se amplía y redistribuye el filtro de seguridad por el que los pasajeros acceden a la zona de embarque con sus equipajes de mano.
Estamos de acuerdo en que este avance tiene un gran valor para el viajero, pero también para nuestras instituciones, a las que financiamos y las que se supone que nos sirven. Por tanto, reitero que todo esto está muy bien, en los casos en los que no hay nada que ocultar.
En efecto, es de agradecer que se controle quién sale o entra, cuándo lo hace o cuánto tiempo está en nuestro país. Además, es muy útil para la Agencia Tributaria, pues afina con precisión los días exactos que todos los individuos han permanecido en nuestro país y supone un medio de prueba objetivo e irrefutable para determinar qué son o no residentes y, por tanto, contribuyentes. Casos como el de Shakira o de otros personajes populares que aseguran que no están el suficiente tiempo en territorio español como para tributar nos hacen reflexionar que a pesar de la fama todos somos iguales ante la ley. Y, al igual que paga lo que le corresponde y con mucho esfuerzo el más pequeño, así debe hacerlo tanto el mediano como el que más tiene.
Este sistema de mayor control, además, garantiza que ya no puede salir o entrar alguien con el pasaporte de otro que se parezca o viajar por el mundo de incógnito, lo cual nos da seguridad a los ciudadanos. A nadie se le ocurre viajar sin documentación, ¿verdad? Aparte de que no te lo permiten.
Sin embargo, yo quiero poner encima de la mesa una reflexión: ¿no es ilógico que al igual que nos inspeccionan tanto, hasta la última arruga de nuestra cara o pliegue de nuestra piel, haya otros que vienen a nuestro país sin control alguno? De hecho, el propio Estado español trae al aeropuerto de Granada a indocumentados.
La inmigración ilegal supone que en muchos casos no sepamos quiénes son esas personas, qué edades tienen, si tienen antecedentes penales, si huyen de la justicia o con qué intenciones vienen a nuestro país. Sí sabemos que en el país vecino de Marruecos ha habido amnistías de condenas graves y nos consta que entre los que llegan a nuestras calles a algunos los tenemos ya como vecinos.
El mismo Estado que coloca máquinas de última generación para controlarnos es el que promociona y facilita que muchas personas se puedan mover por el país sin documentación. El mismo que exige a unos tanto, fomenta que otros se puedan mover indocumentados por ahí. De ahí concluyo que, en este caso, al igual que en otros muchos, no todos somos iguales ante la Ley.
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