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El fuego que sigue ardiendo

Decir «no compres sexo» no es un eslogan moralista vacío. Es un acto de resistencia frente a la indiferencia cómplice. Es reconocer que la esclavitud no ha desaparecido: ha cambiado de rostro. Y vive, silenciosa entre nosotros. Aceptarlo es el primer paso. Denunciarlo, el siguiente. Cambiarlo, una obligación moral

Manuel Martín García

Defensor de la Ciudadanía Granada

Viernes, 8 de agosto 2025, 21:28

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El pasado 26 de julio, un incendio en un edificio de Bellpuig (Lleida) se cobró la vida de dos mujeres y dejó seis heridos. El ... lugar, un prostíbulo. Esta tragedia, que debería habernos sacudido, realmente es una grieta por la que asoma una realidad más amplia, cercana e ignorada: la esclavitud sexual. Existe en pleno siglo XXI, en nuestras ciudades, a la vista de todos, pero convenientemente tapada por el silencio social, los vacíos legales y la indiferencia.

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