Luces de navidad en la ciudad
Nadie quiere jugar a David contra Goliat, resulta casi una utopía; nadie va a poner 'el foco' en una cuestión que 'no luce'. La ausencia de luz de unos barrios no puede ensombrecer el alumbrado de otros. Bien sabemos además que no es lo mismo dar luz que lucirse.
Manuel Martín García
Sábado, 21 de diciembre 2019, 23:45
La navidad le sienta bien a Granada; los adornos realzan la belleza serena de la ciudad que este año, se ha subido al podio de ... capitales con mejores alumbrados festivos. Para lograrlo, el Ayuntamiento no ha gastado un euro más de lo invertido en los últimos cuatro años, cuando se aprobó el presupuesto 2015, que aún sigue prorrogado. Un acierto esta elección que, con lámparas led más ecológicas, viste las calles, atrae turistas y dinamiza el comercio.
Imaginen que pasean por el centro urbano cuando empieza a anochecer, disfrutando de esta atmósfera callejera de magia. De repente, un fogonazo apaga la guirnalda de arcos con copos de nieve blanca; los árboles forrados de bombillas de funden en negro, quedando también a oscuras los renos de gran tamaño, la bola de Las Batallas, la noria de Humilladero, los magos de Plaza Nueva.
El corte en el suministro dura más de media hora. «No es avería», se rumorea en la calle. Hay quien cree que la interrupción es un gesto contra el cambio climático, pero las horas pasan y el centro sigue en penumbras. Escamados, comerciantes, hosteleros y vecinos empiezan a protestar: «Pagamos nuestras facturas eléctricas puntualmente», mientras un revuelo de cámaras, micrófonos y medios se abre paso entre la gente. Puerta Real se convierte en un plató de televisión sobre un fondo negro azulado de luna llena. Cunde el pánico y la ira se apodera de la calle: al parecer, el apagón ha alcanzado a tres barrios del distrito, de todo el distrito Centro, y «nada se puede hacer».
Imaginen que esto sucediera y se prolongara años. Imaginen qué protestas y denuncias se darían. Imaginen que siempre la respuesta fuera: «Los cortes de luz en Centro no son un problema de la compañía eléctrica sino de sobrecargas en la red por enganches ilegales».
La cosa en Norte no difiere ni una coma del ejemplo figurado que hemos supuesto para Centro: así llevan muchos años, cortes de suministro que van y vienen y, entretanto, lámparas de camping gas por las noches, estufas de bombona en invierno, calor en verano y, por supuesto, nada de neveras o lavadoras, nada de máquinas registradoras u ordenadores en los negocios. Si se corta la luz, sólo queda esperar a que escampe.
La tarde del pasado lunes 25 de noviembre, el mismo día en que los operarios de la empresa de iluminación trabajaban a destajo en las calles de Granada para tener listo un espectáculo de luz «único e inolvidable» en la inauguración del alumbrado del Centro, en el Norte de la ciudad se instalaba la oscuridad 'tradicional'.
Lo malo de todo esto es que Norte es tan sólo la punta de un iceberg gigante que empieza a atrapar a otros barrios: es el caso de Haza Grande. Pero también ha alcanzado a municipios cercanos como Padul, Pinos Puente o Vegas del Genil.
En estos años de apagones ha habido avances, se han convocado mesas y reuniones, se han impulsado propuestas, firmado convenios, recogido firmas, enviado cartas, realizado movilizaciones, dibujado pancartas, formulado denuncias, acudido a los juzgados…
Ya se ha dicho casi todo: que «urgen medidas», que «atenta a derechos básicos», que «quedan indefensos consumidores que pagan»; que «la compañía eléctrica incumple con los contratos suscritos»; que «es una cuestión humanitaria»… se han usado todos los adjetivos posibles «inmoral», «apremiante», «vergonzoso», «inhumano»…
En este tiempo también ha habido desconcierto e incógnitas por despejar. Aún estamos a la espera de saber si la Justicia va a exigir o no medidas cautelares a Endesa; si considera o no procedente exigir a la empresa inversiones urgentes; si por tanto la obligará a instalar sistemas de alimentación in-interrumpida en ciertas viviendas, generadores eléctricos en centros de salud, centros escolares y centros sociales. Es decir, si habrá un plan de autonomía energética como paliativo en ciertos casos.
Entretanto unos y otros nos detenemos en estos 'detalles de menor envergadura', Endesa revaloriza sus acciones un 24,3% según datos de este año; España tiene uno de los precios de luz más altos de Europa y, nos enteramos de que, en una década, la factura que soportamos los consumidores domésticos ha aumentado un 70%.
Como suele suceder ante cuestiones incómodas que dan la lata, las grandes empresas –Endesa está en las del Ibex–, saben bien cómo sacudirse problemas y derivarlos al ciudadano. Manejan respuestas sencillas: «Hacemos lo que podemos», «hemos invertido mucho», «las bajadas de tensión se producen por enganches ilegales».
Por su parte, a las instituciones tampoco les gusta comprometer a compañías intocables ni proponer exigencias claras a otras administraciones como no sean de signo contrario y sólo para sacudirse el problema u obtener algún desgaste o rédito político.
Para unos y otros resulta un marrón considerable tener que destinar recursos económicos a asuntos de semejante calado, a asuntos con tantas implicaciones y tantísimas vertientes. No se van a empeñar en algo tan complicado como comprometido.
Aun sabiendo lo perverso de no hacerlo: «Allí donde la luz no alumbra, tal vez alumbre la sombra». Este verso del poeta argentino Roberto Juarroz, da en la tecla de una parte importantísima del asunto. Pero es mejor ponerse de lado, mirar a otra parte, parchear. Nadie quiere jugar a David contra Goliat, resulta casi una utopía; nadie va a poner 'el foco' en una cuestión que 'no luce'.
Además, la ausencia de luz de unos barrios no puede ensombrecer el alumbrado de otros: bien sabemos que no es lo mismo dar luz que lucirse.
Cada vez que paseo por Granada y miro el tintineo de bombillitas y lámparas, recuerdo a las familias de Norte y de tantos otros barrios de nuestra ciudad y otras.
Mi deseo navideño es sencillo y ambicioso: que la LUZ nos ilumine de verdad a todos.
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