Lovaina universitaria
Lo que predomina es una vida estudiantil que dignifica la ciudad y existe un cuidado del espacio público con sus empedrados y baldosas de aceras
Javier Gallego Roca
Jueves, 21 de julio 2022, 00:46
Siempre he sentido una atracción especial por descubrir ciudades, algo de esto me inculcó mi padre, que siempre nos relataba aquellas ciudades que le fascinaron. ... Hay ciudades que he querido conocer desde mi época de estudiante y que, por diversas circunstancias, siempre el viaje se ha ido postergando. En el caso de Lovaina ha sido la pandemia, que me hizo anular todo cuando ya estaba listo para asistir como jury de su afamado 'Master in conservation of monuments and sites' que reúne a estudiantes de diferentes países para formarse en su prestigiosa universidad. Ahora, por fin la he podido admirar como una de las ciudades universitarias más importantes del panorama europeo.
La Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven Katholieke Universiteit Leuven), fundada en 1425, es la universidad católica más antigua del mundo y la universidad más importante de Bélgica. Se escindió en 1968 como consecuencia del conflicto entre flamencos y valones en una sede flamenca (la Katholieke Universiteit Leuven o KUL), que permanece en Lovaina, y una sede francófona (la Université Caholique de Louvain) instalada en Lovaina-la-Nueva, un pueblo creado ex-novo en el Brabante valón.
Numerosos edificios han sido restaurados admirablemente, usados como facultades y colegios, por sus aulas han pasado Erasmo de Rotterdam, Vesa Lius o Mercator. Un edificio esencial es la Biblioteca de la Universidad que dispone de más de tres millones de ejemplares de libros, destruida y reconstruida, hoy preside una gran plaza llena de terrazas con estudiantes bebiendo cervezas civilizadamente, en la ciudad de la cerveza.
Se ha elaborado un plan de movilidad con el objetivo de que para 2050 la ciudad sea completamente neutral en su huella de carbono
Teresa Patricio, arquitecta y profesora del Master, es la actual presidenta del ICOMOS Internacional y me ha sugerido visitar distintas áreas y enclaves de esta ciudad sorprendente en su limpieza y cuidado del espacio público. Ya dice Walter Benjamin que lo más difícil o lo más importante de una ciudad no es aprender a orientarse, sino aprender a perderse. Descubrir una ciudad es un reto apasionante, lo mejor, antes del viaje, es leer libros escogidos sobre la ciudad y adentrarse en los miles de rincones que van apareciendo improvisadamente. En numerosas ocasiones uno se encuentra al visitar ciudades como monumentos intocables sobreviven rodeados de construcciones agresivas, con un tráfico inmisericorde donde el crecimiento de la ciudad no tiene ni armonía ni orden, al final el recorrido se convierte en un conjunto de banales rotondas y de centro comerciales, todos iguales y salidos de un anonimato perverso. El turismo se ha adueñado de los centros históricos donde proliferan las tiendas de souvenirs fabricados en China. En Lovaina nada de esto sucede lo que predomina es una vida estudiantil que dignifica la ciudad y existe un cuidado del espacio público con sus empedrados y baldosas de aceras. He visitado todo aquello que un grupo de estudiantes me ha mostrado de la ciudad que habitan en estos años de vida universitaria, y en la que han desarrollado sus proyectos de conservación.
He tenido un encuentro con estudiantes que han elaborado excelentes proyectos y me han hablado de sus anhelos y esperanzas futuras para volver a sus países y colaborar con sus trabajos a mejorar la vida y la belleza de sus ciudades. Son ciudadanos de un mundo en cambio donde la innovación está presente en todos sus trabajos. En la ciudad se ha elaborado un plan de movilidad para aumentar el número de ciclistas y reducir emisiones de CO2, con el objetivo de que para 2050 la ciudad sea completamente neutral en su huella de carbono. Se están renovando algunos edificios y se están construyendo parques con el consentimiento de los ciudadanos que no dudan en dar su opinión al respecto.
Me ha sorprendido una exposición sobre el futuro de nuestras ciudades y una referencia a Edgar Morin, uno de los grandes 'maîtres a penser' europeos. Morin se refiere a dos aspectos que están muy presentes en la construcción de la Europa cultural: la ecología y la ciudadanía multicultural. Pero sin duda alguna, el centro de su obra lo constituyen sus reflexiones metodológicas centradas en la cuestión de la complejidad que han generado una nueva visión multidisciplinar sobre la realidad, enseñándonos a ver el mundo de otra manera. Nuestra sociedad está en un momento en el que es imprescindible el pacto ciudadano para alcanzar retos, como la transición a una economía descarbonizada y la defensa de la calidad del entorno construido, como prescriben la Declaración de Davos y la Nueva Bauhaus Europeo.
Como colofón a esta inolvidable visita a Lovaina (Leuven), me han obsequiado con un texto sobre un antiguo profesor de su universidad, historiador del arte, Raymond Lemaire, fundador del Master e impulsor de la recuperación urbana de la ciudad. En mi época de estudiante de arquitectura mirábamos a esa Europa civilizada con admiración y creíamos en la importancia de las políticas culturales como un modo de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos libres. De todo ello fue consciente Lemaire, en su apuesta por la recuperación urbana, haciendo convivir un ambiente histórico con la nueva arquitectura. He observado a los estudiantes recorrer en bicicletas el centro histórico, disfrutando de una intensa vida cultural universitaria que seguramente recordarán toda su vida y proyectarán en sus múltiples iniciativas ese optimismo que se manifiesta en el amor a la ciudad, lo que se ve reflejado en sus edificios y espacios públicos, entre los que han vivido sus intensos años universitarios.
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