Lo que llevamos dentro
Opinión | Puerta Real ·
Hay una historia de luchas, logros, fracasos y esfuerzo con las mujeres de fondoAño 1933, octubre, el otoño en los balcones y Clara Campoamor defendiendo la igualdad, una persona un voto, en el Congreso de los Diputados, enfrentándose ... incluso a otras mujeres. Y desde entonces a hoy, una historia de luchas, de logros, de fracasos, de esfuerzo y de superación con las mujeres de fondo, como protagonistas de su propia Historia escrita con mayúsculas. Siendo conscientes de que las reformas verdaderas, de que la deconstrucción del pensamiento patriarcal de siglos no se hace de golpe, sino que tiene que ser como la gota de lluvia fresca que horada la piedra, que golpe a golpe la resquebraja y la convierte en fragmentos insignificantes.
Incluso, cuando los cuarenta años de silencio, de dictadura tras guerra fratricida, de mujer atada a la pata de la cama, el movimiento feminista siguió haciendo un esfuerzo brutal, liderando su propio cambio interior y exterior, visibilizando que la realidad de la mujer no era la que vendía el régimen de Franco: esa mujer con la mesa puesta esperando al marido con las zapatillas preparadas y la sonrisa pintada de amargura. Cuánto sacrificio hay detrás de cada fruto, de cada avance, porque la perversión del sistema sigue estando muy presente en los gestos, en las actitudes, en las palabras de quienes ejercen el liderazgo de España y utilizando un tono paternalista para referirse a las mujeres, como si siguiésemos estando bajo la tutela masculina, como si no tuviésemos entidad para tomar nuestras decisiones. Lo cual, que nos estamos cansando de postureo (desde Unidas Podemos a Vox y su persecución), de palabras huecas, de jugar con la realidad de casi veinticuatro millones de personas, las mujeres, a las que se intenta manipular cada vez que hay una campaña electoral transmitiendo mensajes interesados o, de tan torpes, absolutamente surrealistas que van contra la lógica de la razón, contra el equilibrio y contra la decencia mínima. Y me quiero referir a los mensajes que están mandando desde ese colectivo vergonzante, Hazte oír, que juega con lo que implica la violencia de género, la sangre derramada de ocho mujeres, sólo en lo que llevamos de 2019, con una lacra a la que no somos capaces de ponerle freno porque la clave está en la educación y ahí seguimos cojeando; también a que no somos capaces de acabar con la brecha salarial, con la explotación sexual, ni con tantos comportamientos que han sido la bandera que hemos alzado, una vez que, por ejemplo, en 1985, hace ahora treinta y tres años, se aprobó la ley del aborto en este país.
Es evidente que seguimos sin tener leyes que consideren la perspectiva de género, que favorezcan la igualdad real, ésa que defendemos desde una ciudadanía beligerante con lo que implica que se nos considere inferiores por ser mujeres. Tampoco superiores, ojo. Porque nosotras podemos decir alto y claro lo que llevamos dentro sin que nadie ejerza de portavoz (o portavoza): preocupación por la falta de consenso institucional en las políticas reales de igualdad, angustia por el sufrimiento de tantas mujeres maltratadas, frustración por la incapacidad manifiesta de algunos varones con mando en plaza para darse cuenta de que el único color que nos vale es el color de la igualdad, sin estridencias, sin demagogias, sin patetismos. Sólo con la conciencia de que somos ciudadanas de pleno derecho, libres e iguales.
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