Literaria pandemia
La Carrera ·
De este gélido dolor no hay salida solo. Para que la esperanza no sea un falsario instrumento, la conciencia, la compasión, la responsabilidad, la actitud, de cada uno han se ser una sola vela común, que alumbre la descarnada integridadAlfredo Ybarra
Miércoles, 13 de mayo 2020, 03:00
Se «es» en tanto se «co-es». Lo decía Aristóteles al constatar la evidencia de que «el hombre es un ser social por naturaleza«. Esto ... significa que cada ser humano posee una dimensión individual que desarrolla su personalidad, su «ser», y que esta se integra en la dimensión social para la convivencia. Así, la coexistencia se cimentó en los diferentes modelos de poblamientos, donde los hombres se desarrollaron. Pero al mismo tiempo, las guerras, las calamidades, las epidemias, colocaron las ciudades al límite, y les exigieron definirse respecto a los comportamientos éticos. Y para interpretar la realidad y el inconsciente colectivo, siempre ha sido una pieza clave el relato, con sus fabulaciones. En definitiva, la existencia parece una gigantesca biblioteca que guarda ente sus estanterías innumerables textos con múltiples géneros y argumentos.
El tema de las grandes fatalidades, como guerras, catástrofes naturales y pandemias ha venido siendo reiterativo. Esto explica que los libros sean el gran referente para explicar la realidad. Por ello no resulta extraño que vuelvan a estar de actualidad libros como La peste de Albert Camús (ya he hablado del mismo, y de otros, con tramas similares en algún artículo pasado). Orán, la ciudad donde se desarrolla la novela, es ahora nuestro contexto cercano, que necesitamos explicar. Lo mismo sucede con Ensayo sobre la ceguera de Saramago, que ha aumentado sus ventas y lecturas.
El premio Nobel se pregunta qué pasaría si todo el mundo se quedara ciego. «De hecho, ya estamos ciegos», dice. Una pandemia moral que azota el mundo entero. Una ceguera blanca que condena a la humanidad al confinamiento total y que nos da una gran lección de humanidad. Y dos mil años antes, Lucrecio, en De rerum natura, donde intenta explicar la naturaleza de las cosas, dedica los momentos más geniales del poema a hablar de la peste en Atenas. Giovanni Boccaccio escribió El Decamerón ente 1349 y 1351, una de las grandes obras de la literatura.
Se trata de los relatos de un grupo de jóvenes que se retiran a las afueras de Florencia huyendo de la peste negra que asolaba la ciudad. Una obra repleta de sensualidad, pero también de sentimentalidad y de referencias a la alegría de vivir. Pero hay mucha más literatura sobre estos azotes contagiosos. La razón del mal, novela con la que el catedrático de Estética, narrador, poeta y ensayista Rafael Argullol se hizo con Premio Nadal de 1993, trata de una crisis que podemos asemejar a la que estamos viviendo. Reeditada por Acantilado en 2015, es ahora, con motivo de la pandemia, una de las obras más citadas en Italia, donde se publicó hace un par de años. Y es que la pandemia, siempre tiene algo de simbólico, metafísico, espiritual y catártico. Como la literatura, que nos conmina a ponernos frente al espejo.
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