Líneas discontinuas: ¡Por qué no se callan!
El Emérito, cuando todavía tenía mando en plaza, dijo aquella frase que ha quedado para el uso común de los mortales: «Por qué no te callas», dirigida al presidente venezolano Hugo Chávez. En estos días, más de uno de nuestros políticos se la hubiese merecido
ANTONIO AGUDO MARTÍN Y ERNESTO MEDINA RINCÓN
Jaén
Sábado, 18 de abril 2020, 00:16
¡ HAGAN EL FAVOR
La sociedad española ha respondido a la altura que no están quienes nos gobiernan o aspiran a ello. Por ANTONIO AGUDO ... MARTÍN
No soy mucho de echar culpas. Prefiero solventar los asuntos que luego las responsabilidades ya saldrán a flote. Por eso mismo me hastía hasta el infinito esta incapacidad de nuestros gobernantes de ponerse de acuerdo, ni siquiera con 20.000 ataúdes delante de sus narices, para afrontar la peor crisis desde el desastre del 98. No me creo que otro en lugar de Sánchez lo hubiera hecho mejor ni peor. Están miopes en sus mezquindades y mientras nosotros ponemos los muertos, las toses y el esfuerzo a Iglesias le escucho decir que «él tiene suerte de tener una casa con jardín». Ahora resulta que las propiedades son cuestión de «suerte». ¡Ja! y un conseller catalán despotrica por la coincidencia de la cantidad de mascarillas suministradas con no sé qué fecha identitaria. Meo y no echo ni gota. A uno se le encoge el esfínter y la próstata mientras que la ministra de Trabajo les dice, como un remedo de Paula Gardoqui en la Casa del Reloj, que lo de los ERTE «lo van a aprender bien los niños y niñas de España» ¡País! Que dirían los blasillos de Forges al ver a la oposición medrando por entre los respiradores y los enfermeros contagiados del virus para minar un gobierno, que asiste estupefacto a la realidad en la que la ideología es un lastre para frenar la curva de muertos de una pandemia en la que la mayoría de países ha embarrancado. Miren si no las cifras de Reino Unido, Francia, Italia, EEUU y lo que nos queda por ver.
España ha sido el país que más y más rápidamente ha curado a decenas de miles de pacientes. La sociedad española ha respondido a la altura que no están quienes nos gobiernan o aspiran a ello. Están más pendientes de hundir al Mayflower que de salvar a la marinería. No paran de decir: hay que remar todos juntos y a poco que bogan se dan con los remos en la cabeza. Qué desastre. Los españoles tendremos que hacer nuestras las palabras de Amadeo I de Saboya: «Todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males».
...POR NUESTROS MUERTOS!
En España mandan mediocres que cavan trincheras como fosas comunes para enterrar al contrario. Por ERNESTO MEDINA RINCÓN
Si me dieren a elegir sexo, poder o fortuna, yo elegiría gloria. Tengo por seguro que mi compadre Agudo desdeñaría el poder. Lo cual no es el hábito de nuestros desgobernantes reales o potenciales. Mi hermano Ismael considera que los políticos actuales deberían asumir que les ha tocado una china que se hubiera llevado por delante cualquier carrera. Postulaba que asuman lo irremediable; que tomen las medidas oportunas por impopulares que sean; que después se retiren saludando al tendido con el eterno agradecimiento del pueblo soberano. Podrían pasar el resto de sus días con la certeza de que no volverían a pagar una cerveza en un bar. Las mañanas se les irían en contar a cuántos colegios, polideportivos, calles o avenidas les habían puesto su nombre el día anterior. Hasta que al abrir un libro de texto vieren su nombre en letras de oro como benefactores de la patria. ¡Habrá mayor gozo que pasar a la posteridad en vida!
Porque habrían sabido dejar atrás las miserias partidistas, el egoísmo del poder, el aquí y ahora en aras del bien supremo de la res publica. Me abstuve de decirle a Ismael que dejase de leer a Aristóteles y Platón porque el gobierno de los aristócratas, el de los excelentes, no lo verán nuestros ojos. En España mandan mediocres que cavan trincheras como fosas comunes para enterrar al contrario. Y los otros esperan para sustituirlos en el oficio de sepultureros.
Algún ingenuo pensó que los dirigentes podrían obviar la economía, el paro o los conflictos territoriales en pos de su supervivencia, pero que pararían mientes ante la vida humana. Sirva de ejemplo para desmontar la esperanza el mensaje que colgó en las redes el diputado socialista José Zaragoza: «Les jode que el número de personas fallecidas no suba más, les jode que las medidas aplicadas estén empezando a surtir efecto…». Lo peor es que hay chusma que jalea sus palabras. No se engañen. Al futuro español le han quitado el respirador porque ya está desahuciado.
Por las noches se me sube la bilis. Justo antes de dormirme pienso en jugar al fútbol con las cabezas de algunos y que sus tibias sean los postes de las porterías. Luego me calmo, «no seas como ellos, te harás daño al darle la patada». Que no me pueda la ira para asemejarme en sus errores. Quizá una revolución ciudadana de hombres libres. Quizá.
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