Linares 2011-2021, el decenio de la frustración
Tribuna ·
Ha sido tan largo el olvido de la Junta de Andalucía, situando a la ciudad en la periferia de los excluidos, que no es extraña la reacción de los linarenses ante tanto vacío, promesas incumplidas, proyectos asfixiados, desatención…Lorenzo Martínez Aguilar
Domingo, 31 de enero 2021, 00:00
Decía el escritor y filósofo Baltasar Gracián que la queja trae descrédito. La queja de los linarenses en la visita del presidente de la Junta ... de Andalucía, Juan Manuel Moreno, el pasado día 21 de enero, no solo traía descrédito también incredulidad, malestar, indignación, hartazgo... ante la situación económica y laboral que viene viviendo la ciudad. Ha sido tan largo el olvido de la Junta de Andalucía, situando a la ciudad en la periferia de los excluidos, que no es extraña la reacción de los linarenses ante tanto vacío, promesas incumplidas, proyectos asfixiados, desatención… Ni hay economía para seguir soportando nuevos golpes de cierres de empresas, ni fechas para seguir esperando el futuro. Y, lo peor, ni credibilidad sobre quienes deben diseñarlo.
Tras un decenio de frustración no hay más paciencia. Entre el 11 de febrero de 2011, cuando vinieron a Linares cuatro consejeros de la Junta de Andalucía –entonces gobernada por el PSOE– a cerrar Santana y a presentar el engañoso Plan Linares Futuro, hasta hace unos días que vino el presidente del ente autónomo andaluz –gobernado por el PP y Ciudadanos–, con el Plan de Reacción Inmediata, cabe un decenio en el que la administración andaluza ha ido certificando la finalización de la historia industrial de la ciudad. Diez años de una realidad contundente y tozuda con pérdida de habitantes, elevado número de desempleo, cierre de empresas, índices de pobreza… que escalaba por el descrédito en que han quedado los 'proyectos estratégicos', una nadería repetida y repetida por los almanaques de la desidia y el escepticismo.
¿Confianza en el futuro? Está por ver qué tienen de reacción y qué de inmediatos los proyectos e inversiones que presentó Moreno Bonilla en Linares. Once millones parece poco para cubrir y retomar tantos proyectos aparcados con el óxido del olvido. Es difícil regresar al ánimo y la confianza en el futuro cuando todas las señales de alarma están encendidas. Es difícil volver a sostener la paciencia, el crédito para quienes han perdido casi todos los trenes –en sentido literal y figurado– después de tantos años de espera.
Y seguimos. La política municipal a lo suyo: el partidismo cerrado a machaca-martillo. ¿Cómo se puede hacer creer a la ciudadanía esa 'unidad' política de acción cuando siguen rumiando en la prensa querellas criminales de unos concejales contra otros, supuestas contrataciones irregulares, 'cacerías', dimisiones, amenazas, sueldos, tuits…? Con esos mimbres, versión Sabina, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rock, va a durar esa unidad necesaria entre los diferentes agentes políticos de la ciudad recogida en el llamado Pacto por el Futuro de Linares. Las declaraciones tan contrarias y contrariadas de unos y otros son como detonantes para dinamitarlo. ¿Quién puede sostener la defensa de una opinión y la contraria a la vez? Mientras, El Corte Inglés y Zara a punto de cerrar, y la gente gritando por las esquinas «Linares ni se vende ni se cierra».
Y, sin embargo, nada extraño. ¡Esto es la guerra, más madera!, que exclamaría Groucho Marx. En Linares, no olvidemos, en el Mandato anterior la política municipal fue una pelea barriobajera y cainita. Y lo que colea en los juzgados. ¿Estatura moral? en hacer estallar por los aires el propio Ayuntamiento, por unos u otros enfrentamientos internos, mientras los linarenses clamaban y se desgañitaban en las calles por soluciones. Recuerdan: ¡Linares y su comarca no se rinden!, 35.000 personas el 14 de septiembre de 2017, 30.000 el 17 de mayo 2018.
El coronavirus, sí, es un virus traicionero, para todos. Este, que no estaba en el guión del decenio, ha acabado por destapar y potenciar en Linares los problemas que ya estaban enquistados de mucho tiempo antes: no hay dinero porque no hay trabajo. Y seguimos en las mismas, 40% de desempleo. Esperemos que las declaraciones institucionales de apoyo, más allá de ocupar varios folios en un papel y fotografías en los periódicos, además de expresar buenas intenciones, sean realidades contantes y sonantes que creen «entornos agradables», como le gusta decir al alcalde, para que las empresas se instalen en la ciudad.
No sé si Linares ha muerto, como proclaman las esquelas y hasta el entierro simbólico de las movilizaciones colectivas, pero es difícil acabar con una población que tiene entre su historia la lucha reivindicativa, que sabe de supervivencia, de adaptación, que no se acostumbra a la mentira, a la falsedad y a las miradas espúreas, pero desde luego el último decenio ha sido el más agónico de su historia moderna. El decenio de la frustración.
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