Pepe 'El Tomillero' no logra recuperarse. Son demasiadas emociones. Unas a ritmo político, otras económico, otras social. Las redes sociales que no paran. Los de ... siempre que escriben mensajes a su estilo, sin reflexionar; los menos que tratan de infundir sosiego… pero nada. Quienes sean se han apoderado del pensamiento y hasta a golpes tratan de difundir el suyo como único y verdadero. Además, las cosas se agolpan, llegan todas juntas y empiezan a mezclarse por más antagónicas que sean. Pero da igual cuando hay quienes piensan que tienen más derechos que los demás.
En esta vorágine y tras los últimos acontecimientos lo primero que se me viene a la cabeza es que se vayan preparando los empresarios que hayan mantenido o llenado cualquier caja B. Los corruptos son ellos, no los que se beneficiaron y se les caerá el pelo de la misma manera que a la profesora y a la asesora de Cifuentes. Por un lado, han sentado cátedra y, por otro, jurisprudencia. Los de la RAE andan como locos buscando una nueva acepción a la palabra víctima. Admiten propuestas mientras los fabricantes de marcos para diplomas se disputan el trabajo que encarga la expresidenta. Con lo que me costó el de bachillerato elemental, el superior y la licenciatura y eso que donde vivía había universidad. El ver como un tribunal de justicia pone en entredicho el concepto mayoritario de justicia es, no me digan, un nuevo palo en el lomo de la sociedad.
La referencia a las elecciones catalanas trato de buscarla horas después, tras haberme desvelado a la espera de la comparecencia del súper jefe de Génova y encontrarme con su segundo, al que le correspondió comerse el marrón. Vergüenza ajena pese a no ser la primera vez que las explicaciones dadas suenan a peteneras. Poco más o menos lo mismo que las de Ciudadanos. Los únicos culpables son los que gobiernan menos cuando gobiernan ellos. Qué bonito. Qué lección de ética política. Cuánto sentido común.
Las cuentas mejor no echarlas en Andalucía donde el año se cerró con 5.792 fallecidos en diez meses de virus traicionero y donde en dos meses mal contados -a febrero le queda una semana larga para despedirse- hemos aumentado en 1.536 la cifra. Si nos paramos en Almería la cosa aún está peor. Se cerró el 2020 con 289 fallecidos en la provincia y ya vamos por 596, lo que supone que entre enero y febrero hemos sumado 307 nuevas víctimas, seres humanos, hombres y mujeres que como no se llamaban Navidad no han podido ser salvados. Una pena para sus familiares y millones de lágrimas de cocodrilo o de Díaz Ayuso para quienes dominan el postureo ante las cámaras como dominan los morritos las reinas y reyes de los autorretratos.
Lo dicho, demasiadas emociones. Este año no tenía que haber puesto todavía un pie en el suelo. Se está mejor en la cama, tapadito y sin tener que escuchar más comentarios que los de la familia, aunque me imagino lo que me dirían si no me hubiera dignado cumplir con la rutina diaria de salir a tomar unas horas el fresco.
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