Lee
Miguel Arranz
Psicólogo
Viernes, 2 de agosto 2024, 23:00
En vacaciones solemos variar los hábitos y rutinas que nos han condicionado nuestra vida diaria ya sea con el trabajo, la crianza o el estudio. ... Es bueno aprovechar el periodo estival para poder adoptar nuevas pautas que nos hagan que nuestro cerebro se despeje y se desprenda de lo que ha ido acumulando, como esos correos basura que nos petan nuestras cuentas y de paso, ponerse en forma. La primera pauta saludable que podemos realizar es recuperar el placer de la lectura, ahora que el reloj ya no nos impone nuestro ritmo diario. Escoger un sitio que no nos distraigamos, elegir un buen libro, sumergirnos en el universo que nos propone su autor o autora y dejar que fluya nuestra atención produce efectos contrastados.¿Cuales? Pues le digo unos cuantos.
La psicología basada en la evidencia nos muestra muchas investigaciones que hacen razonable concluir que la lectura estimula nuestro cerebro al activar áreas como la atención, la concentración y la memoria que produce como efecto indirecto un considerable disminución de estrés y por ende, de respuesta de ansiedad. Por otra parte, nos hace más empáticos pues al entrar en contacto con realidades diferentes como las que nos propone un libro nos ayuda en poner en perspectiva nuestros problemas y los de los demás (pareja, amigos, compañeros) y nos ayuda a entender mejor a los demás, que no es moco de pavo.
Otro beneficio es que hacemos una sana gimnasia neuronal pues áreas como el pensamiento simbólico, el lenguaje y la visión especial se estimulan y logran dotarnos de herramientas que nos ayudan a mejorar nuestra comunicación, tan aplanada por la economía de lenguaje que utilizamos en las redes sociales con mensajes y posts dignos de vocabulario de pueblos primitivos y que pone en peligro la capacidad de poder expresar nuestras ideas, emociones y opiniones. Luego, el resultado de esa pobreza léxica son los malentendidos, las confusiones y la sensación de que nuestra comunicación no dista mucho de la de un primate.
La lectura, ya sea en formato digital o en papel, suele ser fluida si le ponemos una rutina. Una cita diaria que hace a nuestro cerebro motivarse y pedirnos de paso ese momento para adentrarnos en el mundo particular que una novela, un poema o un ensayo nos ofrecen y nos hacen aprender diferentes puntos de vista, condición necesaria para tener un pensamiento crítico que nos vacune de tantas ideas delirantes y pueriles que pululan por las redes.
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