Lecturas libres

El caso es que los análisis están llenos, como ocurre siempre después de unas elecciones, de todo lo que se quiera. Unos justifican los resultados mirando hacia otro lado; otros lo hacen con la vista puesta en otras alturas; los hay que se miran los pies y hasta quien ha dejado de repente de mirar por encima del hombro, por falta de costumbre, ya no saben ni dónde clavar sus ojos. Lo cierto es que el pueblo soberano ha hablado y que, como siempre debe ser, ha decidido. Ahora solo queda que todos nos metamos en ese proyecto común de empujar y que valoremos las cosas conforme vayan pasando, conforme las veamos, que en cuatro años como máximo volvemos a votar.

El caso es que los resultados parecen que han puesto a cada cual en su sitio y que, de paso, los tontos del haba que esperaban volver a insultarnos a los andaluces con eso de si rebaño y analfabetos, al más puro estilo fascista, esta vez se han callado y algunos hasta he escuchado por la radio que han entrado en un extraño bucle cuando cuentan con los dedos intentando adivinar cómo es posible que los que antes eran incultos electores, ahora han podido ser hasta los salvadores de la patria andaluza o si no, al menos de Canal Sur. ¡Vaya con el rebaño!

¿No recuerdan esos insultos en aquellos análisis desbocados de quienes siempre hablan como si estuvieran en posesión de la verdad? ¿Dónde se han metido ahora? De menuda debacle ha salvado Andalucía, al final. Nada más y nada menos nos hemos librado de los sobraos. Que sí, que siguen ahí, pero no están donde querían. Nos hemos salvado de las presiones al más puro estilo castellanoleonés y, entrando en el análisis racional, de la más que segura reflexión que se han hecho quienes van a gobernar en solitario si de aquí a las próximas no cumplen con lo prometido y se ponen a hacer lo que los andaluces, con el voto, no han querido que se haga.

¿Y la otra parte? Demasiado tiempo analizando y reflexionando para nada. Es de suponer que lo sucedido les haga pensar que no hay más oro que el que reluce y que deben aclararse internamente si lo que quieren es tergal o pana, que las dos cosas no casan y que las medias tintas cansan. Se terminó lo de ahora sí, ahora no. O se es o no se es, pero para siempre salvo que se quiera volver a decir lo mismo en cuatro años, o en dos, o en uno. Tiempo tienen para dar el paso que nunca se han atrevido a dar. En la mesa de juego se juega con las cartas vistas porque la gente, la ciudadanía, el pueblo soberano, está hasta arriba de que se juegue a ciegas, de que se cambien las banderas según el tiempo que haga y que todo el trabajo lo tengan que hacer los de siempre, los mismos. Lecturas libres.