Las lágrimas de Nadal
Las lágrimas de Rafa Nadal mientras sonaba el himno de España en Roland Garros el pasado domingo no se parecieron a sus lágrimas tras sus doce victorias anteriores
Las lágrimas de Rafa Nadal mientras sonaba el himno de España en Roland Garros el pasado domingo no se parecieron a sus lágrimas tras sus ... doce victorias anteriores. ¿Quien recuerda ya aquellas ocasiones en las que el tenista se lanzaba a la tribuna al acabar el acto para recibir el abrazo del Rey que había viajado viajado a París para celebrar ese momento? ¿Se nos han olvidado las imágenes del rostro de Rafa sobreimpreso en la bandera nacional con las que abríanlos telediarios?
Se nos han olvidado. A menos de 24 horas de la victoria del español más universal a día de hoy España celebró su fiesta nacional con un acto en el que fueron noticia varios de los ministros del Gobierno por haber asistido. El vicepresidente segundo se presentó con una mascarilla con el logo de la República, que es como admitir en público que traga con asistir a desfiles militares contal de conservar el cargo. En la calle los madrileños gritaban «Viva el Rey» no por cortesía, sino en plan de reivindicación. Y, de paso, para molestar al Gobierno que anda recortando la movilidad no solo de los vecinos de la Corte sino del mismísimo Monarca cuando le parece portuno.
A la mayoría de la gente le sigue gustando, sin embargo, que Nadal se emocione con el himno, que la patrulla Águila se pasee por el cielo de Madrid dibujando la bandera, que la Legión desfile a 120 pasos por minuto, que España celebre su fiesta nacional como cualquier otra nación, que siga vigente la Constitución del 78 y que tengamos Rey en lugar de presidente de la República. Lo cual indica que el Gobierno anda divorciado de lo que se vive en la calle. O sea, que el Gobierno tiene un problema muy serio.
El Gobierno lo sabe, pero hace como que no por lo mismo por lo que Pablo Iglesias asiste a un desfile militar: para continuar en el poder. Porque la única manera que tuvo Pedro Sánchez para llegar a su presidencia fue aliarse con fervientes partidarios de la República como los de Podemos y con enemigos declarados de la unidad de España como los de Bildu y los independentistas catalanes. Y esa sigue siendo la única manera posible de seguir en la Moncloa.
Esta por ver cuánto puede durar la dicotomia entre los que la gente quiere y lo que consiente el Gobierno. De momento va ganando la opción del Gobierno, aunque últimamente le están saliendo fisuras, como los problemas con la Justicia de su socio principal o las encuestas que demuestran que haber tratado a la presidenta madrileña como a una enemiga se ha vuelto contra la imagen que Pedro Sánchez cultiva de sí mismo.
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