Una falta de respeto
La empresa Lances de Futuro ha presentado los carteles taurinos de Almería sin rueda de prensa ni explicaciones, en una decisión percibida como un desprecio a su afición
Hay decisiones empresariales que se entienden, otras que se justifican y algunas que, simplemente, son una falta de respeto. Lo que ha hecho José María ... Garzón con la presentación de la Feria Taurina de Almería 2025 pertenece a esa última categoría. El responsable de Lances de Futuro ha optado esta vez por emitir una nota de prensa para comunicar los carteles. Sin dar la cara, sin dar explicaciones, sin escuchar a nadie. Y eso en una plaza con historia y una afición que se desangra no es sólo una torpeza, realmente es un desprecio.
En todas las ferias que organiza, Garzón convoca a los medios, se sienta, expone su proyecto y defiende su planteamiento. En todas, menos en Almería. Aquí ni siquiera una comparecencia telemática. Ni una pregunta, ni un porqué. Nada. Una nota cerrada, sin margen para el diálogo. Como si la ciudad tuviera que asumir lo que se le impone sin rechistar. Como si no mereciera la mínima cortesía de una explicación pública. Como si la afición no existiera.
Y lo peor es que no se trata sólo de las formas, sino también del fondo porque los carteles que se han anunciado -con dos novilladas, una corrida y otra mixta- no responden a ninguna lógica coherente. Ni al interés del público, ni al equilibrio de un ciclo que debería representar algo más que una sucesión de días. La estructura carece de sentido, pues sobran novilladas para un abono tan corto y falta claridad en la apuesta. Parece más una obligación que una ilusión. Una feria puesta por cumplir.
El año pasado ya se vivió una feria pobre, desapasionada, sin alma. Y todo apunta a que este 2025 será aún peor. No sólo por la escasa ambición del diseño, sino porque no hay un solo gesto hacia el tendido, hacia ese público que, con calor y paciencia, aún baja cada agosto a la plaza. No hay diálogo con las peñas. No hay consulta con nadie. No hay autocrítica. Sólo imposición. Y así no se construye afición. Así se entierra.
El cemento no miente. Y si este verano el ruedo se rodea de vacío, si los tendidos se llenan de silencio y eco, la responsabilidad no será del calor, ni de las vacaciones, ni de la afición almeriense. Será de quien ha decidido ignorarla. De quien ha confundido gestión con arrogancia. De quien ha despreciado la mínima liturgia de respeto que merece una feria taurina, por modesta que sea -modesta porque la han conducido a ello cuando era la mejor feria de España en plazas de segunda categoría-.
Almería se merece algo más que esto. Y si no lo dan, que no esperen otra cosa que cemento y olvido.
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