Niños
«Es necesario un plan para rescatar –casi me hubiera gustado decir resucitar- a unos núcleos poblacionales que van camino de desaparecer»
Juan Teruel
Periodista
Viernes, 13 de octubre 2023, 22:30
En Almería nacen pocos niños. Es un hecho muy evidente que las aulas están cada vez menos pobladas. Cuando muchos profesionales nos quejábamos de trabajar ... en espacios abarrotados, no imaginábamos que un día iba a llegarse a una situación como la actual.
La verdad es que, en la capital y en los pueblos grandes, las cosas pintan algo mejor. Pero en las zonas rurales es donde más se nota la falta de críos, sobre todo en los pueblos pequeños. Y no es que esos pueblos hayan sido siempre pequeños, sino que la gente los ha ido abandonando para mudarse a lugares que ofrecían un futuro mejor, gracias a la existencia allí de mayores posibilidades para obtener trabajo. Porque es que, en los pueblos y desde hace tiempo, los trabajos escasean o han desaparecido. Puede que sea la globalización, la evolución de la sociedad o sabe Dios qué, pero el caso es que esas cosas del arado y el bancal pertenecen a un tiempo pretérito.
Fíjese usted si la emigración masiva está en el fondo de la cuestión que hay un pueblo en Almería –concretamente, Alsodux- en donde han construido una piscina municipal para que se bañen en ella los chavales que vienen al pueblo durante el verano. Y en Benitagla se ha construido un parque para que jueguen en él los hijos de los que migraron un día a Barcelona y ahora vuelven en vacaciones a su lugar de origen.
Todos estos datos –y otros muchos más- los he conocido gracias al trabajo de Nerea Escámez. Y, desde luego, el asunto es para pensarlo y para mucho más. Y es que hay algunos pueblos de nuestra provincia donde no se ve a los niños corretear por las calles. Los alcaldes afectados coinciden en que la solución del problema excede lo local y exige que se aborde desde planos alejados de estas poblaciones. Es necesario un plan para rescatar –casi me hubiera gustado decir resucitar- a unos núcleos poblacionales que van camino de desaparecer. Alsodux, Bacares y Senés están a la cabeza. Hay que felicitarse también de que sea la Diputación de Almería la única en toda España que ha creado un programa para luchar contra la despoblación. Y, por ejemplo, se he tomado la iniciativa de instalar treinta y tres cajeros automáticos en pueblos pequeños.
Dan ganas de aplaudir. Porque lo de los cajeros es algo de gran importancia. Aunque faltan otras iniciativas. Por ejemplo, promoción de viviendas sociales. Y, quizás también, otras medidas más imaginativas que pudieran atraer a esos pueblos a una población joven que puede que lo esté pasando mal en los lugares de su actual residencia. Aunque esto lo digo desde la simpleza de alguien que no sabe nada de la cuestión.
Porque, como se recoge en el trabajo de Nerea, el panorama es tan triste que hay lugares donde solo hay un niño. Y no hay que ser un lince para intuir que esa criatura buscará algún sitio a donde trasladarse en cuanto la situación se lo permita. Todo este panorama presenta una Almería rural donde lugares con un encanto especial –léase Aguaamarga o Mojácar- ven para ellos un futuro incierto. Por no decir nulo. Y Nerea incluye aquí a Cabo de Gata, que teóricamente es parte de la capital.
Población envejecida, falta de oportunidades, carencia de transportes colectivos. Pero, sobre todo, calles sin niños. ¿Qué porvenir les espera a estos pueblos?
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