Ratzinger y Habermas, diálogo entre fe y razón
Puerta Real ·
Pertenecientes a tradiciones distintas (razón ilustrada y tradición católica), les preocupaba el fundamento moral de la sociedadJuan Santaella
Miércoles, 1 de marzo 2023, 22:37
A raíz de la muerte de Benedicto XVI, se ha puesto de moda la figura de Habermas, pues ambos mantuvieron un profundo debate, en la ... Academia Católica de Baviera, cuando el Papa era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio o Inquisición), que dio origen a un libro llamado 'Dialéctica de la secularización'. Intelectuales prestigiosos ambos, fueron convocados a dialogar sobre el Estado liberal. Para el filósofo, la verdad es fruto del consenso y el acuerdo; para el teólogo, no puede estar sujeta al consenso, porque lo transciende, al ser una realidad objetiva.
Fe y razón, afirmaba Ratzinger, no son enemigas irreconciliables. De hecho, el cristianismo ha realizado un enorme esfuerzo para justificar y argumentar sus dogmas. Durante muchos siglos mantuvo la hegemonía cultural, y, ahora, que la ha perdido, no se le puede negar el derecho a expresar su interpretación del hombre y del universo. El Estado liberal no sería coherente si intentara imponer un paradigma laico, puesto que todas las voces deben ser escuchadas. Para él, la voluntad de la mayoría no siempre garantiza la justicia, puesto que «las mayorías pueden ser ciegas e injustas». La justicia no es un simple acuerdo, sino un bien absoluto que precede a las decisiones de cualquier mayoría. Reconoce la existencia de «patologías religiosas» como el terrorismo fundamentalista, pero en el mundo hay otra patología no menos peligrosa, la «patología de la razón»: la bomba atómica y la eugenesia, por ejemplo, son productos de la razón, afirma.
Según Habermas, en una sociedad libre y pluralista, siempre debe prevalecer el argumento, y los Estados liberales deben propiciar el diálogo social, manteniéndose neutrales, aunque, eso sí, impidiendo la presencia de totalitarismos, pues el interés que los mueve es destruir la diversidad y silenciar al otro. Ese Estado debe ser secular, aunque no impida la intervención de personas religiosas, sin que éstas puedan atribuir a sus valores un carácter vinculante para los demás.
Stefan Müller-Doohm ha publicado, recientemente, una biografía de Habermas, filósofo alemán de 91 años, que hizo de la defensa de los valores de la Ilustración, de la conciencia moral de Europa y de la crítica a la amnesia del pasado nazi, el fundamento de su filosofía. En una de sus mejores obras, 'Teoría de la acción comunicativa' (1981), defendió los valores del acuerdo, del consenso y del mutuo entendimiento; así como la verdad, la libertad y la justicia, es decir, los valores democráticos, frente a los que pretenden sustentar los fundamentos de la sociedad en un más allá metafísico (religioso, político o económico). Es necesaria, afirma, una democracia deliberativa, y, frente al nacionalismo alemán, practicar un patriotismo constitucional, un concepto de gran expansión en Europa. La tarea del intelectual, ha dicho, es «mejorar el lamentable nivel del discurso de las confrontaciones públicas» y evitar a toda costa el cinismo. Al final, tanto Habermas como Ratzinger defendieron, a pesar de sus diferentes opiniones, la necesidad de un diálogo intercultural: la razón ilustrada y la fe cristiana deben contrastar sus puntos de vista, pues las diferencias no pueden ser motivo de discordia y enfrentamientos, sino de reflexión y entendimiento. Ambos aceptaron que la fe y la razón pueden convivir, respetándose mutuamente.
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