Peligra la democracia americana
Cualquier opositor al Presidente es un enemigo del Estado, y hay que destruirlo
Juan Santaella
Miércoles, 15 de octubre 2025, 23:20
El Trump que alentó el asalto al Capitolio, el que ha apoyado en sus crímenes al genocida Netanyahu, el del rearme mundial, el perseguidor racista ... de inmigrantes, el que no respeta los derechos humanos ni los tratados internacionales, el que ha retirado cualquier tipo de ayuda a los países deprimidos, el que se ha salido de casi todos los organismos internacionales, el delincuente salvado por su condición de presidente, «el narcisista maligno, con un autocontrol de niño pequeño, y la capacidad de atención de un mosquito, que ha deseado toda su vida convertir los caprichos en leyes, de aplastar a sus enemigos y recompensar a sus amigos», en palabras Rick Wilson –asesor de diferentes presidentes republicanos–, ese es el que aspiraba al premio Nobel de la paz, que, afortunadamente, no ha conseguido.
Pues bien, este personaje está poniendo en peligro la democracia americana, tal y como afirman diferentes expertos políticos, de su propio partido. Así, Steve Schmidt, republicano confeso, asesor de George Busch padre, ha dicho que «Donald Trump y su Gabinete de lameculos, incompetentes, conspiranoicos, extremistas, abusadores y borrachos, no han dejado ninguna duda sobre sus propósitos: derribar la república estadounidense y reemplazarla por un sistema de dictadura unipersonal…». Bill Kristol, jefe de Gabinete del Vicepresidente republicano Dan Quayle, ha manifestado: «Se está acabando el Estado de Derecho… Nos dirigimos directamente al abismo». El que redactaba los discursos de Busch hijo, David Frum, considera que «Nixon, que dimitió en 1974 por corrupción, era un modelo de integridad y honor comparado con el actual presidente, capaz, incluso, de mandar a la policía a atacar los hogares de sus rivales políticos».
Trump entiende que el país es suyo. Por eso, ha mandado al ejército a Los Ángeles para reprimir protestas en su contra; ha enviado hombres enmascarados a detener y deportar emigrantes; está purgando a cuantos se le oponen, sean miembros del FBI, de la CIA, del Departamento Nacional de Inteligencia, del Pentágono…; extorsiona a las Universidades que lo critican, así como a corporaciones privadas, jueces, bufetes de abogados y medios de comunicación; sin contar su enriquecimiento personal: ha ganado más de tres mil millones de dólares. Cada día, se parece más a Putin: el ruso es el espejo donde se mira. Por eso se llevan tan bien.
Los grandes enemigos de Trump no están fuera sino dentro de los EEUU: los que lo halagan. En presencia de esos aduladores, ha dicho, recientemente: «Soy el presidente de EEUU y tengo el derecho de hacer cualquier cosa que yo quiera».
Las instituciones del país se están fragilizando. Todo el Estado –la economía, la seguridad nacional, la salud, la educación o la judicatura– está al servicio de este sátrapa, empresario corrupto y sin principios morales. El miedo se ha apoderado de EEUU y nadie sabe reaccionar. Cuando alguien se le opone, hace caer sobre él todo el peso de sus perseguidores, y todos se retiran porque temen su matonismo. Su oponente real es el sistema democrático, la crítica y la verdad. Cualquier opositor al Presidente, es enemigo del Estado y hay que destruirlo. Al final, sus votantes, que pretendían dinamitar el sistema, lo están logrando. Lo que no sabemos es lo que se podrá reconstruir cuando todo, incluidas las leyes, el Estado de Derecho, y los valores, quede destruido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión