El infierno son los otros
Cuando le preguntaron al agresor, respondió: «Ya no podía más, he estallado»
Juan Santaella
Miércoles, 4 de octubre 2023, 23:38
Hay demasiada violencia. La cordialidad apenas existe y la agresividad gana terreno. ¿Por qué hemos llegado a estos niveles de deterioro en las relaciones sociales ... y políticas? Si cada uno tratase al otro con afecto, el otro respondería de la misma manera, pues los demás nos tratan como nosotros los tratamos. Si les damos cariño y afecto nos lo devuelven, y si les mostramos agresividad, son agresivos con nosotros.
En un Instituto de Jerez de la Frontera, un joven de catorce años ha apuñalado a tres profesores y dos alumnos. Cuando le preguntaron por qué lo hizo, respondió: «Ya no podía más, he estallado». El chaval cursa tercero de la ESO y tiene necesidades educativas especiales (padece Asperger: dificultad para conectar con los otros e incapacidad para interpretar comportamientos no verbales, como bromas o ironías). Según cuenta un compañero, es «tranquilo y aplicado. No habla en clase y siempre está callado. Se suele quedar solo en el recreo y hay compañeros que hacen bromas de él». Como han dicho algunos padres del centro, había un problema oculto de violencia contra este joven que el centro no ha sabido captar y de ahí el trágico desenlace. Este no es un hecho aislado. Según la Fiscalía General del Estado, hay preocupación «casi unánime» ante el «incremento y auge de todo tipo de conductas cada vez más violentas» cometidas por niños y adolescentes.
En la vida política, ya citábamos hace unos días el infierno que ha vivido Pepe Torres con las denuncias derivadas de la enemistad de otros. No hace mucho, nos encontramos con una situación similar: María del Mar Villafranca, exdirectora de la Alhambra, ha sido sometida a un proceso penal durante once años, aunque ahora se ha demostrado que todo de cuanto se le acusaba, promovido por intereses bastardos, en el negocio de las audioguías, era falso. En estos días, hemos conocido también que la imputación del exalcalde de Granada, Francisco Cuenca, ha sido archivada, tras siete años de proceso, iniciado tres meses después de ser alcalde y sobreseído tres meses después de terminar su mandato, lo cual no deja de ser extraño. Durante este tiempo, su imputación fue motivo de reproche permanente por la oposición, a la que, ahora, él le exige disculpas, especialmente al PP, que no respetó su presunción de inocencia. La lentitud de las sentencias judiciales es injusta, pero lo es más cuando afecta a responsables públicos, porque se ven a obligados a ejercer su labor sometidos a la sospecha popular permanente, y a la crítica interesada del adversario político.
Decía Sartre que la violencia consiste en afirmar «la inesencialidad de todo cuanto existe», es decir, es una forma de entrar en contacto con el mundo y con el prójimo, una forma en la que nada vale. Por eso la violencia es nihilismo. El ser violento implica que lo otro –sea objeto o un sujeto– no tiene ningún valor para mí y por eso puedo destruirlos. Para un violento, como afirma Sartre en su obra teatral A puerta cerrada, «el infierno son los otros». ¿Qué le importa a un terrorista el otro, y a un narcotraficante, y a un dictador, y a un político radical cuando pretende imponer sus ideas, porque cree que son las únicas verdaderas…?
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