Lo de Gaza es horrible
La matanza se produce donde Jesús de Nazaret predicó paz, perdón, amor y misericordia
Juan Santaella
Miércoles, 19 de junio 2024, 23:10
Desde el siglo I después de Cristo, los judíos vivieron en el exilio, hasta que en 1948 se creó el Estado de Israel, por Naciones ... Unidas. Desde entonces, los conflictos han sido permanentes, pero ninguno con matanza indiscriminada de palestinos, como el actual; aunque, es verdad, que el inicio fuese un ataque despiadado del grupo terrorista palestino Hamás. Aunque la mayoría de las Naciones Unidas piden el cese de hostilidades y la creación de dos estados, la permanente negativa de EE UU impide cualquier solución al conflicto.
El famoso teólogo palestino de la liberación Maim Stifan Ateek presenta a Jesús en Palestina, paseando por la Vía Dolorosa, como un palestino más de los que están siendo pisoteados, ultrajados, y eliminados. «Jesús –dice el teólogo– está en la cruz de nuevo con miles de palestinos crucificados a su alrededor…Palestina se ha convertido hoy en un gran Gólgota».
Frente a la idea israelí de pueblo elegido, tal condición la perdió, cuando, instalado ya, en la Tierra Prometida, institucionalizó la esclavitud y oprimió, como hoy está haciendo, a huérfanos, viudas y extranjeros, como afirma Juan José Tamayo (véase la parábola de los viñadores, Mt 21, 33). No es posible utilizar la Biblia para justificar una postura sionista, que legitimaría la matanza de palestinos, cuando la actitud de Yahvé siempre fue de misericordia: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto; he oído sus gemidos y he descendido para librarlos…» (Éx, 3, 7 y ss). Hoy, como entonces, Yahvé denuncia al nuevo Egipto, a Israel, que tiene subyugada y oprimida a Palestina.
También el teólogo judío crítico Marc Ellis se rebela contra los suyos y entiende que en Israel se ha producido una mezcla entre el constantinismo judío (el concepto de cristiandad) y el sionismo político, realizada por los propios teólogos judíos, que ha conducido a la opresión permanente, y a la progresiva eliminación del pueblo palestino.
Los autores de esta matanza, Netanyahu y sus secuaces de extrema derecha, investigados por la Corte Penal Internacional, tendrán que rendir cuentas, en tanto que parte del pueblo judío se ha manifestado en contra. ¿Prevalece hoy en Gaza la «banalidad del mal» que Hannah Arendt, antisionista, pronunció, cuando se juzgaba a Eichmann, anteponiéndola al supuesto «mal radical» que los propios judíos sufrieron en el holocausto, porque el mal actual solo sea (como lo fue entonces con los nazis, según Arendt), «banal, demasiado terreno…, y los ejecutores no piensen bien lo que hacen, arruinados por la perversión de una ideología, la de pueblo elegido, que, también, los ciega para el bien?» Ella nunca discutió la responsabilidad de los verdugos pero sí su «maldad radical». Hoy, su amigo, el sionista Gershom Scholem, enfurecido por sus palabras, ¿qué pensaría del comportamiento aniquilador de los suyos, y de la actitud comprensiva de Hannah, que también, ahora, les afectaría a ellos?
Si nuestra sensibilidad no estuviera atrofiada, estaríamos horrorizados y movilizados con Gaza. La indignación debería ser mayor, si cabe, entre los cristianos, porque allí donde Jesús de Nazaret predicó la buena nueva de la paz, del perdón, del amor y de la misericordia, no podemos permitir que ocurra un genocidio como el que estamos presenciando, basándose en la Biblia, y en anacronismos del tipo 'pueblo elegido' y 'Tierra Prometida'.
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