Consciencia social y corrupción
El justo tiene una dimensión universal, frente a la limitada vida de los corruptos
Juan Santaella
Miércoles, 29 de marzo 2023, 23:46
En los últimos días han surgido casos muy diversos de posibles corrupciones que competen a diferentes partidos: dos diputados se han visto obligados a dimitir ( ... en uno de ellos la posible corrupción aparece 'adornada' con el consumo de alcohol, droga y prostitución); la presidenta de un parlamento autonómico está siendo juzgada; un expresidente de comunidad autónoma ha sido condenado a tres años de cárcel; el número dos del Ministerio del Interior del anterior Gobierno, estando imputado, recabó el apoyo del presidente de la Audiencia Nacional, amigo suyo… A raíz de estos casos, y algunos más, a todas luces detestables, los partidos políticos mayoritarios han iniciado una caza de brujas frente al partido contrario, tirando de las corruptelas del otro, sin considerar sus propias corrupciones.
La corrupción, como la miseria moral, desgraciadamente, siempre estarán con nosotros, por la debilidad humana; y la solución no está en utilizarla para arañarle votos al adversario, que casi nunca se logra. Es más, a veces se exceden y someten a un vía crucis ignominioso a personas honorables como María del Mar Villafranca y sus colaboradores de la Alhambra. Lo que sí suele ocurrir con estas manipulaciones es que los ciudadanos, asqueados, dejan de votar, y sienten rechazo por las instituciones, la política y los políticos. Ante la corrupción, solo cabe actuar: seleccionar mejor a los candidatos (profesionales acreditados); formar a los militantes éticamente (se trata de servir a la ciudadanía y no aprovecharse de ella); denunciar la corrupción, tanto del adversario como la propia; cesar inmediatamente a los presuntos corruptos; demandarlos en el Juzgado; expulsarlos del partido y exigirles que devuelvan lo robado.
Emilio Lledó en 'Identidad y amistad' afirma que la ética debe presidir la vida política, para evitar la corrupción. Según él, ética procede del griego, éthos, que en uno de sus significados aparece como 'guarida de animales', pero también 'cobijo de personas' o 'lugar familiar'. Es decir, el éthos sería el lugar donde el animal o la persona van a reposar, un espacio seguro y confortable.
Pero, en ese rincón apacible deben estar presentes también otros valores: 'bien', 'justicia', 'verdad', 'concordia', 'amistad'…, fronteras que delimitan una estancia acogedora. A veces, la fuerza de los instintos rompen la armonía de ese rincón confortable, y prevalece el afán de poder y de riqueza, convirtiendo la estancia en prisión y aislamiento, que transmite muerte y destrucción. Eso es la corrupción.
Es necesario volver de nuevo al ideal griego, frente a las corrupciones, que consistía en vivir 'lo verdadero', 'lo bueno' y 'lo justo', lo cual precisa un proceso educativo para que la irracionalidad, la trivialidad, la falsificación, la violencia o la ignorancia no afecten a nuestras neuronas e inutilicen el pensamiento. Para los griegos, 'lo verdadero' era la liberación de todo cuanto nos perturba la mente. 'Lo bueno' lo basaban en la razón, la coherencia, y el sentimiento. 'Lo justo', íntimamente unido a verdad y bondad, le da al ser humano una dimensión universal, como decía Eric A. Havelock, frente a la vida tan limitada de los corruptos, a quienes el beneficio propio o el poder les perturba la razón, y caen en el desprestigio y el rechazo social. El afán de poder y riqueza es producto de mentes muy limitadas. ¡Con lo bello que es vivir con decencia!
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