Barbarie o humanización
Hinojales, bello pueblo de la Sierra d e Aracena, ejemplo único de paz
Decía Erich Fromm, en 'El humanismo como utopía', que si en el siglo XIX ocurrió la muerte de Dios, en el siglo XX fue la ... del hombre –dos Guerras Mundiales, fascismos y totalitarismo ruso, Guerra Civil española…–. Desgraciadamente, ese proceso de progresiva inhumanidad continúa en nuestros días: invasión de Ucrania, y genocidio de Gaza, realizado con el beneplácito del mundo civilizado, incluida Europa. La vida ajena y su sufrimiento no cuentan.
El culmen de esa deshumanización la vivimos en España con la Guerra Civil, donde murieron durante el conflicto 700.000 personas, y, después de él, la dictadura franquista, eliminó a 50.000 más –sin entrar en el número de exiliados–. Sin embargo, hubo un pueblo precioso, de la Sierra de Aracena, en Huelva, donde se impuso la sensatez, y triunfó la humanidad. Conozco esta historia gracias a un maestro de vocación y muy comprometido, que estuvo durante seis años allí, de director, nombrado, después, hijo adoptivo de aquella localidad, mi entrañable amigo José Molina Atienza, que me ha hablado de la calidad humana de sus gentes, como lo demostraron durante la Guerra.
Cuando se produjo el levantamiento, la corporación era socialista; y su alcalde, Pedro Uceda, tomó una serie de medidas que nada tenían que ver con la enajenación y la locura de tantos otros lugares. Acordó que las obras públicas se siguieran realizando «para conjurar la actual crisis de trabajo y para que los obreros puedan comer y no haya desmanes». Creó comisiones que se encargaron de vigilar la Iglesia y la Ermita, y que ningún elemento de fuera del pueblo pudiera atentar contra ninguna autoridad civil o religiosa. Esa actitud responsable y sensata, y sobre todo humanitaria, de Pedro Uceda, provocó en cadena todo un proceso de paz, único en la Sierra de Aracena, una de las zonas más negras de España, según opina Paul Preston, por la dura represión fascista, obedeciendo órdenes del violento Queipo de Llano.
En Hinojales no hubo ningún muerto ni durante la Guerra ni tras ella, porque triunfó la defensa de las personas, al margen de sus ideas –55% votó al Frente Popular, y 45% a las derechas–, cosa que no ocurrió en ningún otro pueblo de la zona, donde fueron fusilados todos los que no habían sido adictos a la rebelión militar. Nadie denunció a nadie en el pueblo. Tan solo se abrió un expediente de auxilio a la rebelión por el Tribunal Central de Madrid, a los miembros de la Corporación, que se hizo público en 1941 –a los cinco años del conflicto–, y alegaron en favor de la corporación el alcalde falangista, el Secretario, el cura, y los propietarios e industriales de la localidad. En aquella terrible guerra, por vez primera, en un pueblo aislado, de 1100 habitantes, el afecto ganó al odio, y la razón a la locura.
Entonces como hoy, el hombre actual solo tiene dos alternativas: la barbarie o la vuelta al humanismo, como hizo Hinojales. En un ambiente paradisíaco, con una naturaleza exuberante y bien cuidada, el gran atractivo de Hinojales es su 'Ruta de la paz', en la que se dan a conocer los lugares determinantes para que el pueblo fuera un modelo de concordia y paz, durante la Guerra y después de ella.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión