Vacaciones de primera
«Del mismo modo que hay ciudadanos de primera existen los de segunda, tercera… dependiendo del asunto del que se trate. Lo van a entender. Si se alude a las comunicaciones y transporte de personas físicas los almerienses estamos en las antípodas de los madrileños, por tanto, si ellos están en la mejor posición, nosotros, por mucho que queramos, no nos hallamos a su nivel»
Juan Sánchez
Almería
Lunes, 1 de septiembre 2025, 23:23
Pese a que a algunos les cueste reconocerlo todo en la vida varía según la categoría. Del mismo modo que hay ciudadanos de primera existen ... los de segunda, tercera… dependiendo del asunto del que se trate. Lo van a entender. Si se alude a las comunicaciones y transporte de personas físicas los almerienses estamos en las antípodas de los madrileños, por tanto, si ellos están en la mejor posición, nosotros, por mucho que queramos, no nos hallamos a su nivel. Con esta premisa clara seguro que me van a comprender a la perfección.
Me puedo considerar un privilegiado por haber disfrutado de una semana de vacaciones en Galicia. Una pena lo de los incendios. Hay tramos de la A-52 que dan miedo verlos y eso que ya no hay llamas, pero la imagen es apocalíptica. Dejando a un lado esto, quiero darle la razón al más grande de la canción, al gran Julio Iglesias. Maestro, que de cierto tiene la letra de tu canción sobre esta comunidad. Gente de lo más acogedora, aunque como las meigas, también hay más de uno y de dos estúpidos, una gastronomía espectacular y un clima maravilloso, sin olvidar su patrimonio cultural, histórico y artístico. Han sido pocos días, pero muy especiales y eso que el traslado lo hicimos, un servidor, la que me soporta y el heredero, en coche.
Una noche, después de regresar de la excursión diaria y de haber dado cuenta del pulpo, la empanadilla, las zamburiñas, el lacón y los mejillones de rigor, mientras estiraba las piernas en el apartamento que habíamos alquilado puse la televisión, por aquello de saber qué había ocurrido en el mundo, porque, la verdad, he aprovechado al máximo para desconectar de lo irrelevante y absurdo, vamos, lo que prevalece en el día a día. En esas estaba cuando me encuentro con una noticia sobre las vacaciones del presidente del Gobierno en Lanzarote. La verdad es que escuchando la información uno se imaginaba su estancia como la de mis padres y un servidor a comienzos de los 80, cuando íbamos a la casa de la playa en Villaricos con el coche hasta los topes, el canario en su jaula y hasta la radiodespertador de mi padre, que seguía trabajando. Más que para pasar unos días de asueto parecía que estábamos de mudanza. Y es que, el señor Pedro Sánchez con el dinero de todos los españoles ha disfrutado de La Mareta, pero no lo ha hecho únicamente con su familia más cercana. Como la multa corría a cuenta del Estado aprovechó para llevarse a buena parte de la familia biológica y de la política. Este comportamiento es algo habitual en la izquierda caviar. Continuaba el relato advirtiendo de que después de haber pasado varias semanas en este palacio, a cuerpo de rey, aunque le chirríe la monarquía, se iba a hacer una escapada a un hotel de lujo de Andorra con su esposa y que este dispendio lo liquidaba de su bolsillo. Lo que viene siendo la habitación y la manutención, porque la seguridad, sólo a la altura de la de Donald Trump, la seguimos apoquinando los españoles.
Y claro está, como en este caso debía rascarse el bolsillo, pues aquí ya no había sitio para la familia. Que, las cosas como son, La Mareta tenía más pinta de camarote de los Hermanos Marx que de palacio, porque entre familia y despliegue de guardias civiles y de personal de servicio poco o nada de hueco había para la intimidad. En eso te entiendo Pedro, pero es el precio a pagar por ir de gorra y no querer que te molesten a diez kilómetros a la redonda. Te aseguro, señor presidente, que mis austeras, para usted, y costosas, para mí y los míos, vacaciones han sido mejor que las suyas. No he tenido que estar escondiéndome por las habitaciones ni poniendo unas segundas cortinas en las ventanas para evitar a los chismosos. Hice lo que me dio la gana sin tener que rendir cuentas a nadie y disfruté de lo lindo los días que estuve alejado de mi hogar. Lo único que me faltó para que la cosa estuviera menos achuchada es que la Agencia Tributaria me hubiera hecho la devolución que como cada año me corresponde de la RENTA, pero claro, me he de esperar a final de año para eso. Le juro que puse veinte velas a los santos para que hubiera declarado antes del verano el adelanto electoral, así me habrían devuelto lo mío. Siempre es lo mismo.
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