El tonto útil
«A mi me da que a los que han pillado las perras no las querían para lucrarse, porque ya les digo que con lo que se sabe de momento poco se les altera el nivel de renta, sino para pagar lo inconfesable»
Juan Sánchez
Almería
Lunes, 24 de noviembre 2025, 23:47
Alguno de ustedes convendrá conmigo en que más de una vez se ha llegado a sentir, al igual que un servidor, como el aludido en ... el título, esto es, que nos han utilizado para un fin en el que no hemos sacado nada de provecho. Todo lo contrario; acabamos mal parados, algo así como cornudos y apaleados. Lo que pasa es que en determinadas ocasiones no te das cuenta de que eso es así hasta que la cruda realidad irrumpe en tu camino y te lo dice a la cara, a sangre fría, sin paños calientes. Claro que peor es cuando te percatas del pastel y sigues como si fueras la guinda. O lo que es lo mismo, en plan rugby con su patada a seguir.
He leído la carta de renuncia del ya expresidente de la Diputación Provincial de Almería Javier Aureliano García y se puede llegar a la conclusión de lo que anteriormente exponía. Tanto si lo sabía como si no. Les doy a elegir, que me siento de lo más generoso. A mí me da que debía de ignorarlo, porque, la verdad, con el poderío que tenía y el patrimonio que maneja si sólo la cosa se queda en la panoja que se llevaron unos cuantos con las mascarillas, es que no compensa. Si coges una balanza y en un lado pones el puñado de euros a los que tocaban por barba o escote cada cual, porque la comisión de casi un millón era a repartir entre un nutrido grupo, y en el otro extremo lo que te jugabas, no hace falta contactar con el más allá para tener línea directa con mi abuelo Jerónimo al objeto de que explique una vez más cómo se usa una balanza romana para no salir perdiendo.
A mi me da que a los que han pillado las perras no las querían para lucrarse, porque ya les digo que con lo que se sabe de momento poco se les altera el nivel de renta, sino para pagar lo inconfesable. Sí, esos caprichos como los de la carne, el pescado o el polvo divino. Cada cual tiene el suyo, el mío era el vino, que no me lo quitó la UCO, sino el máquina de mi cardiólogo, que mira más por mí que el espejo de mi aseo. Tiene tanto celo que la última vez que nos vimos me hizo una prueba de esfuerzo y al terminar en lugar de recompensarme con unas cervezas los viernes, como hasta hace no tanto, me animó a correr 'La Desértica'.
Si es que algunos tienen menos luces que el túnel del Bayyana. Y no aprenden de aquellos que están curtidos en discreción. Como ese dirigente político socialista que deambulaba en pleno toque de queda ocho kilómetros por Almería, su entorno y contorno para ir a «comprar el pan», según justificó, después de que su reloj inteligente, mucho más que él, diera cuentas en una red social de su caminata clandestina.
Pero es que en la política almeriense está claro, si uno se atiene a revisar corporaciones o listas electorales pasadas, que lo granado no abunda, que los lumbreras se quedaron en el límite de provincia con Murcia y algunos de los que creen serlo a este lado de la frontera siguen buscando el puerto en la rambla de Nogalte. Igual consideran que estoy faltando a la verdad. Como saben que a mi lo que me va es lo empírico les voy a despejar la duda para que constaten que estoy en lo cierto. Verán. En el informe de la Guardia Civil que ha dado al traste con la fulgurante carrera política de García figuran conversaciones de aquellos que fueron sus vicepresidentes, Giménez, que en su última visita al palacio provincial se fue cesado y desconsolado, y Liria. Ambos se referían cuando hablaban del ahora defenestrado como 'el todopoderoso'. ¿De verdad? ¿A estas alturas de la vida seguimos así? Por favor, ni que Gabriel se hubiera ido a Sevilla en busca de su silla. ¡Pardillos!
Pues esto es lo que hay. Como ven, y cada semana me reitero en lo mismo, no avanzamos. Y los almerienses seguimos siendo de segunda división en todo y de ahí no ascenderemos por mucho que algunos pretendan sacar los pies del tiesto. Si hasta para el mangoneo no tenemos nivel. Los del norte son más avispados para eso. Miren a Cerdán o a Koldo. ¿A qué podemos aspirar? Pues a lo de siempre, a ser unas copias malas de todo aquello que codiciamos y envidiamos. Manuel, mi compañero de fatigas en el gimnasio, me pregunta antes de cada amanecer: «¿Qué necesidad?» Ninguna, más allá de la propia voluntad.
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