Remake de «Luis, sé fuerte»
«A nadie se le escapa que las nuevas tecnologías son como las armas de fuego, hay que tener cuidado a la hora de manejarlas si no quieres que te estallen en las manos. La inmensa mayoría de los españoles recuerdan al ínclito presidente Mariano Rajoy con su célebre SMS al extesorero del PP Luis Bárcenas cuando entró en prisión»
Juan Sánchez
Almería
Lunes, 12 de mayo 2025, 23:01
Hay quien considera que en España no caben más tontos por metro cuadrado y, qué quieren que les diga, me da que no tienen bien ... hechos los cálculos. Y se lo digo porque no se han percatado de que los nuevos lelos se apilan sobre los anteriores y siguen ocupando el mismo espacio. A nadie se le escapa que las nuevas tecnologías son como las armas de fuego, hay que tener cuidado a la hora de manejarlas si no quieres que te estallen en las manos. La inmensa mayoría de los españoles recuerdan al ínclito presidente Mariano Rajoy con su célebre SMS al extesorero del PP Luis Bárcenas cuando entró en prisión: «Luis, sé fuerte». La de palos que le arrearon desde las filas socialistas, comunistas y de extrema izquierda y hasta de la derecha más allá de la diestra. Y con razón. El ahora exprimer ministro metió la pata hasta el corvejón.
Pero es que esa actitud de pensar que uno está por encima del resto no es que sea solo de los dirigentes populares. No, no tienen la exclusiva. El actual presidente del Gobierno hace gala de lo mismo y así le va. Con ese talante tan particular que tiene se pensaría que los españoles no nos íbamos a enterar de sus escarceos con políticos corruptos, a los que además de dar una palmadita en la espalda les gratificaba con presencias en listas electorales y hasta les encargaba trabajos de fontanería, pero no de la fina, que va, de la de cloacas. Sí lo de Rajoy fue un SMS lo de Sánchez es el contacto de WhatsApp con sus destituido José Luis Ábalos. El diario El Mundo, ya era hora de que el nuevo director se macara un Pedro J. Ramírez, ha sacado a relucir distintas conversaciones entre el prócer del PSOE y el que fuera su mano derecha meses después de que le pegara una patada en el culo. Y todo para malmeter y atacar a los críticos de su partido. Con todos mis respetos, señor presidente, ¿luego va usted dando lecciones a la prensa a la que acusa, a determinados medios, de difundir bulos e infundios? Por favor, si usted en lo que a emponzoñar la vida política no tiene parangón. Es una pena leer cómo califica a dirigentes y exdirigentes de su partido como Javier Lambán, Emiliano García Page, Guillermo Fernández Vara o Susana Díaz. «Petardo», «impresentable», «que deje de tocar los cojones» o «lo tiene jodido», entre otras lindezas en las conversaciones entre Sánchez y su fontanero Ábalos.
Por si no lo sabe, igual lo habrá escuchado y hasta sentido en sus carnes, pero por si se le ha pasado, usted no ha ganado unas puñeteras elecciones y no digamos eso de cosechar una mayoría absoluta como los cuatro políticos citados anteriormente. Si tuviera un mínimo de vergüenza lo primero que debería hacer es mirarse al espejo, pero para eso es preciso agachar un poco la cabeza, que gusta usted de llevarla por encima de los hombros del más pintado. Da más pena que un bebé con el pañal sucio. En su descargo le diré que tiene suerte de que los mencionados se visten por los pies, de lo contrario habría tenido que poner pies en polvorosa porque ellos están o han estado legitimados por sus votantes, usted, en cambio, parece primo de Franco, que estaba legitimado por la gracia de Dios para hacer lo que se le antojara y usted lo está por Puigdemont y los colegas de los terroristas.
Cuando en Europa se enteran de sus tejemanejes, si es que algún líder europeo tuviera una visión distinta de usted, le han de considerar como un apestado y por eso está haciendo su propia guerra. Se arrima a lo que los demás repudian. Esto es, Venezuela, aunque me da que este escenario se le está acabando porque su ojito central Zapatero se bate en retirada; China o Rusia, sin olvidar Marruecos. Vamos lo mejorcito de cada casa en el ámbito político y geoestratégico. Ya se le podrían haber petado los plomos de la cabeza el día del apagón o haberse fundido a negro, como cuando muere la señal de televisión. ¿Se imaginan, que al volver la electricidad e internet hubiéramos encendido la televisión o bicheado la prensa digital y la información de apertura fuera que el presidente del Gobierno había abandonado La Moncloa para el resto de su vida y no sólo dejar sus atribuciones por cinco días remunerados? Pero no, la desdicha persiste y la bicha, también. Convendrán conmigo, que seguimos sin avanzar por mucho que nos digan lo contrario.
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