La hipocresía profesional
«Hay gremios en los que unos tapan a otros y viceversa a sabiendas de que se ha cometido uno o veinte errores para que todo siga igual, porque pasado mañana le puede pasar al que ha echado la manta por lo alto para ocultar lo que no se ha de mostrar»
Juan Sánchez
Almería
Lunes, 1 de diciembre 2025, 23:51
Sus ojos como el rocío y no por el madrugón, sino por la desazón. La que le ha dejado de por vida esa marcha temprana. ... Una partida sin retorno, con reencuentro para los creyentes, que siembra dolor y una pequeña vida de 14 meses que la añorará sin apenas haberla conocido. Descargó en mi puerta el remolque de leña y departimos, en busca de consuelo, tal vez, durante un cuarto de hora antes del regreso a su hogar, del que le cuesta salir por culpa de esa mala praxis médica, que acabó con las ambiciones y sueños de un alma de 29 años.
Antonio busca por la vía judicial el reconocimiento que la sanitaria no le quiere conceder. Esa negligencia que ha supuesto un fundido a negro en su corazón, porque lo más importante los jueces no se lo van a devolver, por más que otros profesionales, colegas del facultativo que no levantó la cara del papel y solo alzó su vista hacia el monitor fue incapaz de mirar a los ojos a Yaiza. Quizá si lo hubiera hecho, Luis no habría enviudado porque una gripe A encuentra remedio si se pelea contra ella, no si se le da la espalda.
Y entiendo perfectamente esa sensación que le quema por dentro a mi leñero de confianza. Es que eso de tapar todo con la llana como si no hubiera pasado nada puede tener un pase cuando se habla de cosas insignificantes no de vidas humana. Y le comprendo porque el pasado martes en la Bola Azul la especialista en ecocardiografía que constató que mi corazón no presenta lesión alguna poco menos que me echó en cara que me hubiera sometido por capricho a una angioplastia y posterior colocación de stent en un centro privado. Lo hice por una causa de fuerza mayor, la de no morir de manera inminente por culpa de una obstrucción arterial del 90 por ciento sin tener colesterol y sin haber dado una calada a un cigarro en mi vida. Y acudí a la sanidad privada para mantenerme con vida después de que mi médica de familia no fuera capaz de constatar que la explicación que le estaba dando de mis síntomas era la de una angina de pecho de libro, como posteriormente me dijo la intensivista de la UCI, que reconoció que había explicado los síntomas de esta patología a la perfección.
Pero da igual, hay gremios en los que unos tapan a otros y viceversa a sabiendas de que se ha cometido uno o veinte errores para que todo siga igual, porque pasado mañana le puede pasar al que ha echado la manta por lo alto para ocultar lo que no se ha de mostrar. Por eso, lejos de compadecerme por la situación a la que hemos llegado en algunas profesiones, el juicio del ya exfiscal general del Estado y su sentencia me ha alegrado. No porque lo hayan condenado, que también, sino porque hay compañeros que han dejado de aplaudir las gracias a otros.
Los que iban como testigos que aseguraban que conocían al filtrador, cuya identidad no desvelaron acogiéndose al secreto profesional que nos da amparo a los periodistas, pero que advirtieron de que no era el acusado, dieron en todo momento la imagen de ser los reyes del mambo, hecho que ya se lo han restregado otros. Su testimonio tiene el mismo valor que el del resto de los testigos y ese precio lo fijan los jueces, a los que tanto se les ha criticado. Unas palabras de desprecio y desaire que en la mayor parte de las ocasiones han procedido y los siguen haciendo de individuos que no son nada más que vividores de la política. Tienen la desfachatez de dirigirse a estos magistrados de manera despótica y recriminatoria, cuando muchos sus mayores logros académicos han sido dominar la cartilla 'Micho' y los de otros haber superado oposiciones titánicas.
Mientras siga habiendo profesionales, de los que sientan cátedra cada vez que abren la boca, que entierran las indecencias de otros no avanzaremos. Se lo vengo diciendo desde hace ya un centenar de semanas, lo de la involución no es una moda, lamentablemente es una realidad que nos persigue y que no conseguimos dejar atrás por el miedo al qué dirán. ¿Se acuerdan del eslogan de la primera campaña de Felipe González? Pues hoy sería 'trending topic', porque estamos en los mismos postulados que cuando sus creadores apostaron por ella. No era irreverencia, era una necesidad en aras de la libertad. Como hoy, vamos a 'Por el cambio'.
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