Parece que en el Gobierno de este país tienen tiempo para muchas cosas, entre otras, para ver películas de mayor o menor gusto. Últimamente sucede ... que los ministros, con su presidente a la cabeza, estarían haciendo un cinefórum donde contemplan en bucle la cinta de 1974 de Marcello Fondato. Por el porte, la percha y la sonrisa se podría equiparar a Pedro Sánchez con el bueno de Terence Hill, mientras que por las hechuras y la tosquedad, al titular de Transportes y Movilidad Sostenible con Bud Spencer, si es que son 'cortaicos', como dos 'goticas' de agua. Tienen el mismo tacto para despachar las cosas, el mismo que aporta la cara externa de los cactus.
Ayer escuchaba al incomprendido Óscar Puente decir que la protesta promovida por el PP contra el Ejecutivo, en la que se propagaba esa dicotomía de 'mafia o democracia', había sido un bluf. Y ello porque, a su juicio, pese a que fueron cerca de 100.000 personas las que se concentraron y exigieron el adelanto electoral, para el ministro esa cifra es irrisoria. Hombre, teniendo en cuenta su nivel de síntesis y análisis, se ve que iba para estadista y la cosa no cuajó, advertir de que fue un «gatillazo antológico» porque la gente que los populares consiguieron movilizar no alcanzó ni al 1,25% de sus votantes en las pasadas Elecciones Generales es poco menos que llamarse tonto a la cara. Aunque claro, este señor tampoco está para interpretaciones personales, porque lo mejor es que se piensa que es un crack, a tenor de que su jefe es «el puto amo». Ven, la misma inteligencia muestra que los personajes que interpretaba Spencer en sus películas.
Lo del Fiscal General del Estado, que va camino del banquillo por la presunta comisión de un delito de revelación de secretos, que no dimite y que cosecha el apoyo total del Gobierno, es una estupidez; lo de la «pájara», como gusta vomitar a Pedro Sánchez, de Leire Díez, otra tontería; lo de Begoña Gómez, la consorte, y sus mangazos más de lo mismo y lo de Miguel Ángel Gallardo, el secretario general de los socialistas extremeños, en el caso del hermanísimo, otra 'capullá'.
Ciertamente que al lado de esto juntar el domingo para desayunar unas porras en Madrid a tanto votante del PP es algo irrelevante, señor Puente. Cuando usted lleva razón la verdad es que no tengo legitimidad para no dársela. Yo es que no atesoro el respaldo de Dios, en el caso de Franco, o del espejo de Blancanieves ante el que se atusa el pelo cada mañana el que puso a Ábalos al frente de la cartera que ahora luce el exalcalde de Valladolid. Es que es de traca lo de esta gente. Cuando procesan a dirigentes populares para los del puño y la rosa la justicia funciona, pero cuando la alegría judicial llega a su barrio, ya los magistrados tienen intención de acabar con el Ejecutivo.
Aunque no lo crean se puede ser más cínico. Y si no, pongan a la hora que quieran la radio o la televisión, sintonicen un informativo y presten atención a cualquier afirmación proveniente de cargos del PSOE. Escuchen bien el enunciado de cada una de las informaciones y las declaraciones de los socialistas a ver cuándo detectan un síntoma de dignidad en sus palabras. Eso sí, luego es muy fácil llamar facha a un particular, al que todo se la resbala, dicho sea de paso.
Tras todos estos avatares cómo nos van a tomar en serio en Europa, si yo creo que a los parlamentarios europeos cuando le hablan de Pedro Sánchez en la mente se le presenta la imagen de Nicolás Maduro. Salvando las distancias físicas sus formas son primas hermanas. Se demoniza y se hace la vida imposible a todo aquel que discrepa o cuestiona las decisiones del líder.
Y para eso nada mejor que tirar del fontanero de cabecera que igual te desatasca la cañería de mierda emponzoñada que le quita las zapatas al grifo para que nadie lo cierre. «¡A pajera abierta!», que dice un conocido mío y de ustedes.
En efecto, murcianico mío, sin mesura ni miramientos. Uno ha de hacer lo que sea para aferrarse a la poltrona como sea, y luego se envalentonan criticando a la Monarquía por hacer lo mismo. Si es que nada cambia, las cosas, pese a lo que nos pese, se perpetúan.
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