La sinrazón eterna
Juan de Dios Villanueva Roa
Martes, 26 de noviembre 2024, 23:04
Pérez Reverte recoge en su novela 'Hombres buenos' un párrafo que atribuye a Holbach, el eminente francés dieciochesco, quien mantuvo que «cuánto habrían avanzado las ... ciencias útiles, las artes, la moral, la política y la Verdad si hubiesen gozado de la misma consideración y ayudas que la mentira, el delirio, el fervor supersticioso y la inutilidad». Doscientos cincuenta años después podemos firmar bajo cada letra de esta cita, considerando las recompensas sociales que reciben hoy tantas mentiras que recorren estas sociedades que compartimos, bajo los intereses de quienes han de llevar siempre la razón, el poder y el mando. Y bien sea cuando la tengan, pero mientras tanto, enturbiar los hechos y las ideas siguen siendo, como siempre fueron, las cartas más jugadas. Y esto se apoya en el nivel que se pretende en las gentes elegidas para decidir a la postre. El problema es que este es el menos malo de los sistemas conocidos para dirigir sociedades. De algunos otros ya sabemos las consecuencias, aunque se oculten a las generaciones que llegan. La cuestión es que no es justificación que siempre fuera así, que aquellos que se oponen al progreso solo vean positivo su progreso, esquilmando incluso al talento humano su opción de avanzar. La sensación es que el freno al conocimiento, a la capacidad de razonar y al bien común siempre encontraron la oposición de quienes han de imponer sus criterios, desde la sinrazón o desde la deseducación para aquellos que tienen menos posibilidades económicas de acceso al conocimiento. Siempre fue así, aunque los avances sociales llegaron justamente desde el lado contrario.
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