¿Un piquito?
Al final los picos han sido la representación en el inicio del fin. Primero se vibró con los goles, luego con las victorias que aquellos ... trajeron. Finalmente se alcanzó el cénit. Pero hay quien no está preparado para celebrar las victorias. Las convierte en una estruendosa derrota con la significatividad de un pico, con la negatividad. No era preciso, menos aún en ese ámbito, en ese baño en masa en el que vistió una camiseta que no era la suya. Y comenzó el declive, pero también un cambio, una rebelión. No todo vale, ni en público ni en privado, y las palabras soeces siguieron a un pico inoportuno, incómodo, fuera de lugar y, sobre todo, que nunca debió producirse, porque destapó una esencia que ya no debe existir, no es compatible con una actualidad que soñaba otros futuros. Lo justificaron con sus aplausos quienes habían comido de sus entretelas, hasta que al fin vieron que ellos también caerían. Y dijeron cambiar. Y todos los demás permanecieron callados hasta que los vientos llamaron a sus puertas. Entonces se dieron cuenta de que esto ya no es lo que fue, y quisieron cambiar, pero solo de chaqueta y por su interés. Quienes somos de otros tiempos no podemos justificar como una moda o como un cariño determinadas muestras fuera de lugar, por falta de respeto y porque nosotros también somos de esta época, aún más, si seguimos vivos también seremos de la época que ha de llegar. Y deberemos adaptarnos a ella y dejar las muestras impropias en el cajón de las siete llaves. Y aprender que aquellos de entonces ya no somos los mismos.
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