Cómo nace una dictadura
José Torné-Dombidau y Jiménez
Lunes, 24 de febrero 2025, 23:58
En 2018 apareció el conocido libro 'Cómo mueren las democracias', de los profesores estadounidenses Ziblatt y Levitsky, luminoso ensayo que responde brillantemente a la cuestión ... planteada. En él se argumenta con seriedad y se repasan los factores que, en opinión de los autores, provocan el ocaso de las democracias en las sociedades en las que aquéllos aparecen.
Desde hace más de seis años, vivimos en España un tiempo político convulso e incierto. Nuevos/viejos partidos con intereses contrapuestos entre sí y contrarios al Pacto constitucional de 1978 (construido laboriosamente con reconciliación y consenso) apoyan —en su afán de destruir la Nación española— a un presidente del Gobierno, líder de un irreconocible PSOE. Un dirigente cuya orientación política apunta al hundimiento del Estado de Derecho y a la disolución del sistema democrático. Afirmación que a estas alturas no admite sordina ni edulcoración, por exagerado que ello parezca.
Tratando de ser pedagógico en materia tan compleja como es la político-constitucional, intentaré abordarla desde una perspectiva opuesta. Expresaré mi opinión dándole la vuelta al título bibliográfico anterior: cómo nace una dictadura. Hay abundantes sospechas de que, si la deriva del señor presidente del Gobierno no se detiene o frena, conducirá a los españoles a un modelo cesarista o autoritario, a una democracia iliberal de izquierda radical, puesto que en su desquiciada aventura está empleando materiales de ese jaez, desmantelando la que era una democracia parlamentaria liberal. La dinámica de los modelos políticos conocidos permite hacer este pronóstico.
Por ello, para fundamentar estas aseveraciones conviene exponer un breve —aunque incompleto— listado de hechos protagonizados por nuestro crecido caudillo socialista, quien, desde junio de 2018, capitanea gobiernos que responden cumplidamente al concepto académico de 'engendros'. ¿Nos estamos despidiendo de la democracia liberal? Veamos.
Nuestro protagonista abusa de ideología-marketing. Aborrece la gestión administrativa, la prestación de servicios públicos. Descuida la satisfacción del interés general. Está volcado en intereses personales y partidistas. Aprueba políticas y disposiciones jurídicas que destruyen el derecho de propiedad privada. Por ejemplo, destrozando la legislación inmobiliaria. Fomentando y protegiendo la 'okupación'.
Desprecia y margina al empresariado, que considera reaccionario y extractivo. Construye relatos oficiales artificiales, absolutamente mendaces, con los que agrede, posterga y desprecia a la oposición democrática crítica. Efectúa, tanto él, como sus inconcebibles socios y ministros, frecuentísimos ataques al Poder Judicial, a sus normas reguladoras y al proceso judicial, mutilando competencias de aquél (LL. OO. 4/2021 y 8/2022) y restringiendo el acceso y la participación ciudadana en la Administración de Justicia (Proposición de Ley sobre Acción popular). Consecuentemente, rechaza el control jurisdiccional sobre los actos y normas del Poder Ejecutivo, básico en un Estado de Derecho, pretendiendo que él, su familia, prosélitos y demás apoyos disfruten de un discriminatorio estatuto de impunidad. Como Luis XIV, él está por encima de la Ley, «legibus solutus». Por eso suprime delitos, indulta y amnistía.
Ha colonizado, y continúa haciéndolo, cuantas instituciones públicas, órganos democráticos y entidades puedan suponer una rémora a su acción gubernamental. Tras casi cincuenta años de convivencia democrática divide a los españoles resucitando viejos y vidriosos asuntos, como la República, la Guerra civil o la era de Franco. Siembra con frivolidad la discordia entre españoles, alejándolos del espíritu de la Transición, mediante una norma jurídica aberrante, mendaz, revisionista y sectaria (Ley 20/2022), con la que levanta su amenazante muro anunciado en un irracional discurso parlamentario.
En casi siete años de desgobierno, Sánchez ha destruido la confianza de los ciudadanos en las instituciones y autoridades. Paradigmático es el increíble caso del FGE, que prosigue en el cargo aun condenado por desviación de poder por el TS e imputado. Es consigna del régimen no asumir responsabilidades políticas.
Por lo que hace al Poder Legislativo, preside el Congreso de los Diputados una agradecida militante socialista atenta a las indicaciones del Poder Ejecutivo, consagrando así una plena confusión de Poderes del Estado. La Cámara Baja ni controla ni tiene iniciativa alguna. Es un apéndice del presidente. Como la prensa le estorba, éste trata de amordazarla con ladinos subterfugios y tretas, como hace con los Jueces.
Ha asumido el credo populista de la extrema izquierda (Podemos y Sumar), cuyos votos va engullendo. El PSOE es ya un partido caudillista, sin oposición ni crítica internas. El estilo del presidente es avasallador, maquiavélico: el adversario político es enemigo y hay que destruirlo. No rinde cuentas. No es transparente. Huye de sus responsabilidades: COVID, DANA. Es inesperado y arbitrario en política exterior. Oculta sus motivaciones. Manipula la comunicación política. Ejerce el 'agit-prop'. Padece una apetencia casi patológica de poder. Obra sin límites, sin moral, sin ética. En consecuencia, ¿qué puede surgir de una mutación constitucional autoritaria e iliberal? ¿Remedio? Cuando el pueblo deje de votarle.
* Profesor Titular de Derecho Administrativo. Presidente del Foro para la Concordia Civil. Miembro del Foro de Profesores
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