La Justicia, patrimonio de todos
José Pérez Gómez
Magistrado | Coportavoz en Andalucía de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria
Viernes, 21 de noviembre 2025, 23:13
El jueves, la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo anunció la condena al Fiscal General del Estado. Dos años de inhabilitación por cometer un ... delito de revelación de secretos. No encontrarán en estas líneas un sesudo estudio sobre la sentencia. No me corresponde. Ese caso no era de mi competencia. Lo era de una Sala, la Segunda del Tribunal Supremo, compuesta por ciudadanos, y ciudadanas, a la sazón magistrados con destino en la referida Sala, a la que los demás españoles hemos encomendado, por los complejos mecanismos existentes para ello, juzgar al más alto nivel las cuestiones penales más complejas. Hemos depositado en ellos una enorme responsabilidad.
La idea que quiero trasladar a quienes quieran dedicar cinco minutos a leer estas líneas es la de que pueden estar tranquilos con el país en el que viven sus hijos, sus parejas, o sus padres. En España, la Justicia funciona. No da siempre la razón a quienes acuden a ella, porque esto es incompatible con la solución de conflictos, pero cada día pone de manifiesto, por todo el territorio nacional, que es un elemento esencial para nuestra convivencia pacífica, porque está servida por personas que creen firmemente en un principio fundamental para ejercer su alta función. La independencia. La sentencia en el caso del Fiscal General del Estado, por su indudable trascendencia social, es un buen motivo para recordarlo.
El jueves pasado, cuando se conoció la sentencia, se nos llenaron los teléfonos móviles de mensajes partidistas. Unos decían lowfare, cómo es posible que condenen a un hombre honesto, y otros decían, qué vergüenza, le pedían seis años de cárcel y le han condenado solo a dos meses de inhabilitación. Discrepancia que no estaba fundamentada en un análisis serio y riguroso de la sentencia, que está sometida a crítica, como cualquier resolución judicial, sino que era reflejo de una concepción partidista de la vida pública. Las dos Españas que nos hielan el corazón, que escribía ese andaluz universal, don Antonio Machado. Los míos son los buenos, los otros son los malos. Y viceversa. Como si de un partido de fútbol se tratara. Los nuestros, los otros, aún seguimos así, incomprensiblemente.
La sentencia que condena al Fiscal General del Estado, nos guste o no su contenido, que, dicho sea de paso será un alto contenido técnico, seguro, lo cual hace aun más absurdas las críticas partidistas, en cuanto que es muestra de que el Estado funciona, dado que el poder judicial ha actuado ajeno a presiones políticas, desde la más altas instancias gubernamentales, debe ser tomada como un ejemplo del funcionamiento del Estado de derecho, y eso es una garantía para todos nosotros.
Los sietes magistrados que han dictado la sentencia, los que la firman y las dos magistradas que redactan el voto particular, han sido libres en su actuación, se han regido por la valoración de las pruebas, conforme a las reglas de la sana crítica, y por la aplicación de las leyes que al caso conciernen. Todos ellos, y todas ellas, eran conscientes, son personas que viven en España, de la trascendencia de su decisión. Y con libertad, y con responsabilidad, han decidido. Esta es la gran noticia. España funciona, los elementos básicos de nuestra convivencia están engranados. Hay que no cejar en poner aceite limpio a esos engranajes. Y es absolutamente esencial no descuidarlos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión