En el ser humano aún son visibles las etapas de la evolución. Hay caimanes y serpientes, como los que rodean la cárcel para inmigrantes creada ... en Florida por Trump a su imagen y semejanza. Hay babuinos gritones y agresivos que protegen su territorio; pirañas que muerden a quien nada demasiado cerca; cangrejos que se entierran en la arena o plantan la sombrilla como si colonizaran un nuevo planeta. Hay cucarachas que salen a las calles por las alcantarillas y lombrices que se alimentan en el lodo de la política; borregos que siguen ciegamente al líder, aunque se despeñen una y otra vez; polillas que revolotean por las terrazas hasta la madrugada y patos mareados que no logran volver a casa; camaleones que se mimetizan con el entorno y ranas que están a la que salta. Hay hurones que todo lo husmean; mapaches que se cuelan en pisos abandonados y lobos que esperan su cena. Los osos son terribles en estas fechas si te los encuentras en camiseta de tirantes en el autobús, desparramando su olor y naturaleza; y los perros que te ladran y olisquean, aunque lleven a un ídem de la cadena. Hay ratones que se refugian en el aire acondicionado de las bibliotecas para sumergirse en los libros o estudiar esas oposiciones que nunca se convocan; y tortugas que no salen de casa y apenas asoman la cabeza por el vano de la puerta, como los puercoespines que te pinchan si roncas o te mueves demasiado en la cama. Hay boas que esperan el momento adecuado para saltar sobre ti, abrazarte y asfixiarte; hienas que te devorarán si no les salen las cuentas; leones que sólo sirven para peinarse la melena y no te defenderán de nadie, y sufridas leonas que cazarán y te prepararán la cena.
Incluso puede ver uno a seres imaginarios, caso de alguno de nuestros políticos o de la mantícora de Jorge Luis Borges, que tiene tres filas de dientes que calzar entre sí, como los de un peine, con ojos azules, cuerpo de tigre y una cola que termina en aguijón, como la de los alacranes; o a un sátiro en la puerta del bar de la esquina, con sus patas tambaleantes de cabra, los brazos velludos, cuernos en la frente, orejas puntiagudas, la nariz encorvada y un cigarrillo en la boca; o una sirena de plumaje rojizo y cara de virgen, con una especie de sujetador minúsculo, bañándose en una fuente. Y si uno presta mucha atención, podría ver incluso a un ser completamente humano.
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