Rezar funciona
José María Guadalupe
Lunes, 17 de marzo 2025, 23:47
Dijo el jesuita papa Francisco que algunos estarían rezando –en estos días hospitalarios– para que ascendiera pronto al paraíso pero que el Altísimo quería que ... se quedara un ratito más en la tierra para continuar su tarea como pontífice. La mayoría de los peregrinos a Roma han ido con el sentimiento inequívoco de orar por la salud del Santo Padre. No me imagino a nadie que se le ocurra rezar por la muerte de un prójimo vivo y menos si ese prójimo es representante de Jesús en la tierra. La reflexión pudo ser una espontánea y humorística 'argentinada'.
Realmente, el Santo Padre ha limpiado la era vaticanista porque no solo era necesario: era urgente. Creo por lo publicado que fue su antecesor el emérito intelectual Benedicto XVI, quien le recomendó que cogiera la escoba y barriera lo que él no había tenido fuerza física para hacer. Francisco no solo asumió las advertencias y consejos sino que fue más allá, lo que lógicamente le ha creado fidelidades e infidelidades. Quizá a estos últimos se refería el papa en su comentario de los rezos para que se marchara cuanto antes a un 'mundo mejor'.
El papa Francisco es uno de los pontífices más polémicos de este siglo. Ha renovado la Curia, ha pedido respeto y acogida a los homosexuales –mientras censuraba que existía mucho 'mariconeo' en los seminarios–, ha sido inflexible con los clérigos denunciados por abusos sexuales a menores, ha impuesto a purpurados y obispos sobriedad, a los matrimonios católicos rotos les ha abierto la puerta a la nulidad sin lucro para la Iglesia, ha rebajado privilegios al Opus Dei, ha impulsado por primera vez, que las mujeres de órdenes religiosas tengan un papel de gran responsabilidad en la gobernanza del Vaticano y ha acogido a los menesterosos sin techo entre las columnatas de la basílica de San Pedro entre otros hechos relevantes.
Es de los papas más austeros y ejemplares hasta ahora conocidos. Se aloja como es sabido, en la suite número 201 de la residencia Santa Marta y come allí compartiendo mesa y mantel como uno más con otros príncipes de la Iglesia.
Tiene Bergoglio una deuda pendiente con España. No sé si su salud le permitirá cumplirla. Recuerdo aquella desconcertante respuesta suya a un periodista –creo que fue en el avión que le transportaba a visitar los Emiratos Árabes–, cuando dijo aquello de: «Yo iré a España cuando se pongan de acuerdo ustedes. Iré cuando haya paz». Que yo sepa, sin entrar en detalles, las guerras políticas y económicas en el Estado las están generando desde hace años los independentistas, pero la mayoría de los españoles de diferente ideología y condición, gozamos de paz y concordia afortunadamente. Desconocimiento o malos informantes. Por el momento van ganando los que rezan por la recuperación del sucesor de Pedro. A la vista está que no es momento de abandonar la barca del Pescador, santidad.
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