Antes de perder la memoria
No es fácil controlar el chocheo; cuando superas la barrera de los ochenta independientemente de la edad y del control de las emociones, siempre hay ... alguien que por admiración, cariño o adulación, te estimula y te anima a superarte a ti mismo tal vez con buena fe pero, en ocasiones, de manera equivocada. El rey Juan Carlos I ha autorizado la salida de unas memorias donde se mezcla lo humano y lo institucional de forma poco acertada. De este asunto ya hice referencia en una de mis 'columnatas'. Yo esperaba con bastante interés las memorias institucionales, seguro que hábilmente aderezadas por Carlos Herrera, pero alguna complejidad ha tenido que ocurrir para que estén, por el momento, en ajopollo, que diría Herrera, Carlos, por decisión del monarca. Después del libro que dio a luz en Francia de Laurence Debray, Juan Carlos ha lanzado un vídeo que lo publicita en España. En apenas minuto y medio, el monarca explica que la publicación trata de recordar su reinado, «sin distorsiones interesadas». En Zarzuela no ha sentado bien ni el contenido del libro ni la promoción que ha hecho de él. Da la impresión de que el rey Juan Carlos, desde el exilio obligado, tenía necesidad de vomitar algunas vivencias personales –antes de perder la memoria– aunque fuesen «inoportunas e improcedentes». «Errare humanum est». Como decía aquel: «No somos nadie». «No lo será usted –respondió el otro–, yo soy el nuevo alcalde de IU». Izquierda Unida también existe, como Teruel.
La democracia, bien entendida, puede hacer –y los hace cuando conviene– extraños compañeros de viaje. Ahí, en la Vega granadina, en Pinos Puente, se han puesto de acuerdo Izquierda Unida y Partido Popular para presentar una moción de censura y levantar del sillón al alcalde, Enrique Medina, del Partido Socialista. Pero, ¿qué has hecho o has dejado de hacer, Enrique, para lograr esa inusitada e imprevisible unión temporal de históricos adversarios políticos? Al parecer, dentro de poco, verán la luz otras memorias, las de Ábalos –antes de perder la memoria– y sabremos lo que hizo y dejó de hacer durante sus dorados y enriquecedores años en política. La mazmorra debe inspirar a los reclusos al vomitorio literario recordemos, por ejemplo, las del banquero Mario Conde que las tituló 'Memorias de un preso'. Pero, para las de Ábalos creo que un buen título sería: «Un perfecto desconocido», dicen que van a ser más mogollonamente flipantes. Como una tocata y fuga de entre barrotes.
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