¿Afición?
«Aunque se marcaran siete goles, la afición, en cuanto se hizo impensable la remontada, remontó de sus asientos y salió a escape»
José María Granados
Almería
Miércoles, 18 de septiembre 2024, 23:08
Pepe 'El Tomillero' siempre ha dudado de que existiera de verdad afición por el fútbol, un deporte de equipo en el que el esfuerzo colectivo ... y las virguerías individuales levantan pasiones y generan entusiasmo. También ha estado siempre convencido de que acudir a un estadio como espectador y disfrutar con los goles, es una de las mayores satisfacciones que pueden sentir quienes aman el deporte y lo más parecido a la emoción de ser testigo en directo de una marca mundial en un estadio de atletismo, independiente de que quien la logre haya nacido en el barrio o en las antípodas del pueblo del que sea natural el espectador. Asistir a una gesta de ese tipo es todo un acontecimiento histórico, algo que nunca se olvida, que se queda grabado en el rincón en el que se guardan los recuerdos más emotivos y queridos. Eso de poder decir «yo estuve allí ese día, en la tribuna, en ese preciso momento», no tiene precio.
El lunes, desde el sofá, el Estadio de los Juegos Mediterráneos -así lo llamaré mientras tenga voz para llamarlo- parecía estar si no hasta la bandera, sí con un buen lleno pese a la hora y el día. El partido tenía, además ese colorido que rodea a los acontecimientos deportivos: bullicio, banderas, bufandas, cánticos, gritos de ánimo, aplausos y el uy, huy, uy de asombro por las ocasiones que el juego iba presentando.
Desde el punto de vista deportivo, el partido, en su conjunto, era como uno de esos concursos de televisión antes del cual se anuncia que el concursante se va a hacer con el bote acumulado y del que Hacienda se va a quedar con un buen pico. ¡Vamos!, un divertimento total. Pues no, aunque se marcaran siete goles, la afición, en cuanto se hizo impensable la remontada, remontó de sus asientos y salió a escape por los vomitorios con las prisas de quienes están deseando llegara su casa a descansar de la jornada. Los que se quedaron hasta el final lo hicieron para abroncar a los deportistas locales y una minoría minoritaria para no ir con prisas en el desalojo del estadio y quizá para tratar de recordar en lo que ha quedado la esencia del deporte con tanta venta de camisetas, la transformación de un club con socios en una empresa con abonados y la enseñanza de valores en cuestiones mercantiles. Lo importante no es el deporte en sí, sino ganar, aunque sea de penalti injusto en el último minuto.
Si esto ocurre en la elite, mejor no pararse a mirar más abajo, donde cada año el deporte, más tarde o temprano, aparece en las páginas de sucesos y donde cada semana se detallan incidentes más o menos graves hasta en encuentros de infantiles. El paso de club de socios al de empresas con abonados ha dejado lo deportivo a un lado y lo que ha entrado en su lugar es otra cosa que hasta ha pervertido a las propias asociaciones que debían cuidar al fútbol como deporte y a los futbolistas como deportistas. Basta con mirar las estadísticas anuales de partidos y competiciones, los minutos que soportan desde las piernas a los corazones y pulmones de los jugadores.
El deporte del fútbol no existe y el fútbol como deporte, tampoco. No se trata de vender camisetas, hay que exponer y difundir valores.
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