Festivales de Granada... ¿saben de qué les hablo?
Granaínas y granaínos, ¿qué queremos ser de mayores? ¿Cómo queremos que sea el Festival del futuro? ¿Basta con traer eminentes directores y filarmónicas de apellido ilustre en los años que están por venir? ¿Es suficiente el efecto que nuestra cita cultural más importante del año produce en nuestra ciudad?
José Manuel Zapata
Jueves, 29 de febrero 2024, 23:08
Se le atribuye a Platón la cita: «La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza, ... y vida y alegría a todas las cosas». Si Platón hubiese conocido Granada y a final del mes de junio hubiese asistido a algún concierto en el Palacio de Carlos V, en el Patio de los Arrayanes, o en los jardines del Generalife, hubiese añadido a su cita una frase más: «La música se vuelve eterna en Granada». Estoy seguro de que este padre de la filosofía universal se hubiese enamorado, no platónicamente –permítanme el chascarrillo– de nuestro Festival… Suponiendo que hubiese ocurrido algo bastante complicado: saber de su existencia.
Hace un par de semanas, mi amigo y gran programador cultural, Antonio Moral, anunció su deseo de no renovar su contrato a los mandos del Festival de 'nuestros amores'. Su gestión, en especial, de los dos años 'COVIDianos' quedará para la historia de 'los festivales' como un ejemplo, con mayúsculas, de lo que hay que hacer. Pero la razón de este artículo es el futuro. Granaínas y granaínos, ¿qué queremos ser de mayores? ¿Cómo queremos que sea el Festival del futuro? ¿Basta con traer eminentes directores y filarmónicas de apellido ilustre en los años que están por venir? ¿Es suficiente el efecto que nuestra cita cultural más importante del año, produce en nuestra ciudad?
Y una pregunta clave: ¿Nos conocen?
A estas tres últimas preguntas, si me lo permiten, les voy a responder yo: no, no, y un rotundo no.
En junio del año pasado y para anular ese poso de escepticismo de granaíno de pro que cree que a 'los festivales', sus/mis 'Festivales' los conocen hasta en la selva más oscura del Brasil amazónico, hice un experimento. En tres conferencias para directivos de empresas españolas, con audiencias de entre 400 y 500 personas por evento, lancé tres preguntas al aire para que fuesen contestadas a mano alzada. ¿Conocen Granada? 100%, sí. ¿Conocen la Alhambra? 100%, sí. ¿Conocen la existencia de un festival que se desarrolla en la Alhambra desde mitad de junio a mitad de julio y donde se interpreta la mejor música, danza y flamenco del mundo?… Ni un 5% de síes. A mí me da que tenemos un problemilla, paisanos. Lo tenemos si deseamos, como es mi humilde caso, que nuestro estandarte cultural trascienda más mucho más allá de Atarfe. Si no… '¡estarse quietos!'.
En primer lugar, tenemos que comunicarle al mundo que existimos. Independientemente de si uno es más o menos de Albéniz o Falla, un concierto en la Alhambra va mucho más allá de un concierto
Yo ni sé, ni puedo, ni quiero estar quieto… ni 'callao' porque creo, con fe militante, en el poder que el cambio en la buena dirección puede tener en una ciudad. Paisanas y paisanos, yo sueño con un Festival que sea una marca inseparablemente unida a Granada y que esto conlleve ver peregrinaciones veraniegas a mi tierra cada año de ejércitos de ávidos consumidores de turismo de calidad, a vivir experiencias músico-histórico-gastronómicas únicas en el mundo. ¿Granadinos? Todos. ¿Forasteros? ¡Más!
¿Y qué haría Zapata? Se estarán preguntando ¿Saben lo que es la Coca Cola o El Corte Inglés? ¿Sí, verdad? Miren a su alrededor. Seguro que ven algún anuncio… ¿Lo necesitan? ¡Sí! ¡Imagínense nosotros! Si algo no se comunica, no ha sucedido.
Por eso, en primer lugar, tenemos que comunicarle al mundo que existimos. Independientemente de si uno es más o menos de Albéniz o Falla, un concierto en la Alhambra va mucho más allá de un concierto. Y alguno me dirá… «es que la música clásica es para minorías». Y yo le respondería: «El teatro clásico, supuestamente, también lo es, y la gente inunda Mérida cada verano para ver cosas tan 'ligeras' como 'Antígona'. Entre 'Antígona' en el Teatro Romano de Mérida y Falla en el Carlos V… No sé yo. El mismo de antes me dirá también: ¡Claro! El Festival de Mérida es conocido porque a él van famosos de la tele como cabezas de cartel de las obras clásicas… ¡No vamos a poner a Pepe el de Masterchef a cantar el 'Réquiem' de Brahms! Cierto, pero lo mismo lo podemos enrolar para hacer un concierto gastronómico en el teatro del Generalife, donde se degusten alimentos para ver cómo la música puede cambiar su sabor… I-m-a-g-i-n-a-c-ió-n, señoras y señores.
En segundo lugar, tenemos la Alhambra. Llevo 30 años viajando por el mundo y la fascinación que crea a los artistas de todas la disciplinas nuestro tesoro, es inigualable. Usemos eso. Traigamos a grandes estrellas de otras músicas a abrazar el sinfonismo o la música de cámara. ¿Por qué no puede Björk venir al Carlos V a cantar su disco con orquesta, como se está haciendo en todo el mundo? Si es de máxima calidad, atrae a gente de todo el mundo y nos pone en el centro mediático, por qué no. Gustavo Dudamel hace con la Filarmónica de Los Ángeles un espectáculo con Billie Eilish, pregúntense la razón.
Me encantaría seguir pero tengo más ideas que los caracteres que puedo permitirme. Si están pensando que este artículo es una autopostulación para que me inviten a dirigir el Festival, están en lo cierto. Pero no ahora. Es uno de mis sueños más oscuros, pero aún tengo mucha música que contar, con la que inspirar y la que divulgar. ¿A quién elegiría yo como director? (Espero que esto no sea una maldición para ninguno de ellos). A uno de los dos granadinos más valientes y transformadores que conozco: Leticia Martín o Esteban Morales.
¡Larga vida al Festival!
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