Salgan de Internet y mézclense con la gente
A nosotros y nosotras tan solo nos importa que nos escuchen y que trabajen. Que se vuelquen en el bienestar común y en disipar los nubarrones que se vislumbran en el horizonte de nuestro futuro.
José Luis González
Jaén
Viernes, 19 de septiembre 2025, 22:56
No hace mucho tiempo y en esta misma columna lancé una predicción que, quizás, era más bien un deseo. Vaticiné que la próxima gran revolución ... de los y las jóvenes sería la huida masiva de las redes sociales tal y como hoy están concebidas. Hartos de tanta mentira, de tanta maldad, de tanta basura, de tanto odio y, al fin, de tanto interés económico para aquellos que manejan el cotarro cibernético. Porque estoy convencido de que son ellos y ellas los que conforman el segmento más grueso de la clientela de este gigantesco negocio, quienes acumulan experiencia y conocimiento suficientes para discernir lo que ya es evidente: casi nada bueno queda ya ahí, si es que algún día lo hubo.
Razón por la cual entiendo cada día menos la imbécil obstinación de algunos políticos, representantes electos de la ciudadanía, en utilizar este medio para volcar la versión escrita del fruto de sus más bajos instintos. La expresión pública de un pensamiento que parece producto de una pelea de gallos en la tribuna de cualquier asamblea legislativa, de una discusión de sobremesa entre 'cuñaos' o directamente de una noche de borrachera. Fíjense que vivimos un momento político en el que es posible equiparar una sesión plenaria del Parlamento con una pelea en cualquier tugurio barriobajero. Así está la cosa desde que, con la llegada de la ultraderecha, se confunden los integrantes de uno y otro lugar.
No hay día que no nos demos de bruces, incluso en las páginas de un periódico, con alguna excrecencia verbal, pongamos, por ejemplo, del ministro Oscar Puente, de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, del portavoz Miguel Tellado o de cualquiera de los y las integrantes del aquelarre político facha. Ya sea en la plataforma de Musk, de Zuckerberg o de cualquiera de estos supermillonarios a los que hacemos el caldo gordo centenares de millones de idiotas con el móvil en las manos.
Y no solo debo referir aquí a los políticos más relevantes y mediáticos, también siento la obligación de mencionar a los locales, a aquellos que tenemos más cerca. Que han estimado conveniente imitar a sus 'mayores' en lo más deplorable de su proceder público, salvando obviamente lo ilegal. De tal modo que ya no es extraño encontrase en una red social con algún post de un delegado, un diputado o un concejal, creyéndose Winston Churchill, donde suelta una perorata carente de sentido y preñada de disparates. Sin la más mínima reflexión y con una absoluta falta de respeto al conocimiento político, social, histórico, laboral o económico –por no decir léxico y ortográfico, incluso ayudado de la IA-. Dando por hecho que sus lectores se encuentran tan felices como ellos en la inopia y que van a dar por bueno, sin más, su farfulleo mental.
Y yo les digo desde este humilde rincón: señores y señoras, dejen de darnos la murga sentados en sus mullidos sillones frente al ordenador, o en la barra del bar con el móvil en la mano, y salgan a la calle. Pregunten a sus conciudadanos cuales son los asuntos que más les preocupan. Cuéntenles cuáles son sus planes para solucionárselos. Acompáñenles en sus cuitas y nunca, nunca, se crean más listos, más guapos y más dignos de respeto que ellos y ellas. Porque ustedes, quiéranlo o no, no son más que un extracto de la sociedad a la que han de servir.
No crean que ganarán nuestro favor insultando o menospreciando en una red social a sus adversarios políticos y a quienes les siguen y les votan. Presumiendo de una dignidad que no demuestran y de unos conocimientos de los que carecen. Nosotras y nosotros les conocemos bien, no lo olviden. Así que gasten toda esa energía en buscar soluciones para lo nuestro, para los verdaderos problemas de esta sociedad en la que vivimos: para nuestra sanidad, para nuestra educación, para nuestra vivienda, para nuestro trabajo, para nuestro salario…
Nos importan una higa sus licenciaturas y sus másteres si solo sirven para adornar sus currículos en las webs institucionales; o si son funcionarios, autónomos, parados o mediopensionistas, si esto es irrelevante para su función pública; o la consideración que tienen de sus adversarios políticos, si no ayudan para llegar a los necesarios acuerdos que beneficien al interés general; o sus disquisiciones inicuas y superficiales sobre todas aquellas materias que no sean de su competencia o que queden muy por encima de sus conocimientos. A nosotros y nosotras tan solo nos importa que nos escuchen y que trabajen. Que se vuelquen en el bienestar común y en disipar los nubarrones que se vislumbran en el horizonte de nuestro futuro. Nada más y nada menos.
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