Manifestaciones y manifestaciones
Portando, además, pancartas y banderas antidemocráticas o impresas con textos contra la Constitución y el Jefe del Estado
José Luis González
Viernes, 10 de noviembre 2023, 23:42
El pasado sábado, unas cien personas se manifestaron en Cazorla por la paz en Palestina, del mismo modo que millones de ciudadanos y ciudadanas en ... municipios y ciudades alrededor del mundo. Protestando pacíficamente contra la matanza de más de 10.000 personas –cuando escribo esta pieza, porque a buen seguro hoy serán muchas más- en la franja de Gaza, de las que más de 4.000 son niños y niñas. Una reacción monstruosa de Israel al salvaje atentado de Hamas en su territorio, que se llevó por delante a más de 1.300 personas, entre las que se encontraban nacionales de distintos países.
La manifestación transcurrió tranquila y sin más estridencias que las proclamas en contra de las guerras y las armas, en apoyo a los y las gazatíes y suplicando el fin del ataque indiscriminado sobre aquella tierra. A esta acción, organizada por la Asamblea Ciudadana 'Por la Paz en Palestina', se adhirieron formalmente los dos partidos progresistas cazorleños, Sumar y PSOE, aunque no se quiso politizar con ninguna sigla para que cualquier persona, independientemente de su ideología, pudiera acudir. Un ejemplo de movilización ciudadana, como lo están siendo las organizadas en otros lugares por mor de este conflicto.
Sin embargo, el contrapunto a semejante ejemplo cívico y democrático lo tuvimos con el paso de tan solo unos días. Con motivo del posible pacto entre Psoe y los partidos independentistas catalanes para una amnistía a los encausados judiciales por el llamado 'proces'. Las algaradas frente a las 'casas del pueblo' socialistas a lo largo y ancho de España, sobre todo la de Madrid –situada en la calle Ferraz–, se están desarrollando trufadas de actos violentos y tumultos hasta tal punto que ya son decenas los miembros de la policía lesionados. Por no referir la patulea de personas que profirieron insultos homófobos y xenófobos, además de proclamas fascistas y agresiones e improperios contra los periodistas que cubren esas mal llamadas manifestaciones. Portando, además, pancartas y banderas antidemocráticas o impresas con textos contra la Constitución y el Jefe del Estado.
Así que, unos protestaban al final de la semana pasada contra el terrorismo sanguinario y el fundamentalismo religioso, tan comunes por desgracia en Oriente Próximo, que han cortocircuitado con el totalitarismo político que domina el Gobierno de un país democrático como es Israel. El conglomerado de partidos de derecha y extrema derecha que sostiene el mandato del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, y que ha conducido a esa nación tan diversa y -en gran medida entre su ciudadanía- tan comprometida con los Derechos Humanos, a una situación límite. Como ya venían denunciando históricos mandatarios israelíes a quienes les han querido escuchar. Fíjense en dos ejemplos que demuestran esta deriva totalitaria: hace unos días, el ministro de Patrimonio, Amichai Eliyahu, dijo en una emisora de radio que el gobierno del que forma parte «debería barajar el lanzamiento de una bomba atómica sobre Gaza»; y ya antes, el titular de Finanzas, Betsalel Smotrich, había asegurado que a su electorado no le importa si toma medidas contra la comunidad LGTBIQ+, diciendo de sí mismo que es «homófobo y fascista». ¿Les suena todo esto?.
Pues bien, esa cara oscura y siniestra de Israel es la que vislumbra ahora, haciéndose visible con nocturnidad y alevosía aquí en España, en lugares como la calle Ferraz. Convocada el día 2 de noviembre por el ex presidente José María Aznar, cuando manifestó que «Sánchez es un peligro para la democracia»-como dijo antes de Zapatero y del olvidadizo González-, considerando legítimo el poder tan solo cuando ellos lo ejercen, y azuzando a los suyos diciendo: «El que pueda hacer que haga, el que pueda aportar que aporte, el que se pueda mover que se mueva». Sin solución de continuidad, casi de inmediato, se convocaron las algaradas de las que hablo; el juez García Castellón imputaba en la Audiencia Nacional, entre otros, a Carles Puigdemont y Marta Rovira nada más y nada menos que por «terrorismo»; el 'Cid de baratillo' arengaba del modo más cobarde a la policía para que se revelase contra las órdenes de sus superiores; otro juez de Madrid admitía una querella contra una ley de amnistía que ni siquiera ha sido registrada; y los caducos vocales conservadores del caducado CGPJ se despreciaban a sí mismos como juristas de probado prestigio oponiéndose también a una ley aun no aprobada por el Poder Legislativo.
Así que, si acaso tienen dudas sobre la manifestación en la que incluirse, facilítense el trabajo imaginando junto a quien se manifestarían. Con quien caminarían hombro con hombro por la calle. La respuesta les ahorrará enfados y muchos quebraderos de cabeza.
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