La mirada y el asombro de Javier Gilabert
José Ignacio Fernández Dougnac
Miércoles, 23 de julio 2025, 23:08
En la pasada Feria del Libro llegó a mis manos el poemario 'Todavía el asombro' (2023), de Javier Gilabert, galardonado con el XV Premio de ... Poesía 'Blas de Otero-Ángela Figuera'. Fijémonos en su título: lo que otorga una radical actualidad a estas composiciones no es el sustantivo «asombro» sino el adverbio temporal «todavía», por medio del cual los versos plantan cara a la hostilidad de un presente agónico, opresor y muy ajeno a la esencia de la poesía. En una época como esta, dominada por la sobreabundancia de información y artificios, por los excesos, la celeridad, la inmediatez obsesiva y la artificialidad de una falsa inteligencia que nos anula irremediablemente y nos aboca al absurdo, Gilabert propone que nos salvemos, ahora más que nunca, a través del asombro como insurgente actitud ética. Para ello es indispensable que nos detengamos y apreciemos maravillados el mundo, que lo hagamos con idéntica y radical delectación con que nos adentramos en un buen libro. Los antiguos hablaban del libro de la Naturaleza. Nuestro poeta nos anima a abrirlo y mirarlo para ver por dentro, para apreciar lo exterior y vislumbrar el interior de las criaturas, pues no hay mejor ojo que el corazón y «es la entraña / quien sabe discernir / el tenue resplandor de cada cosa». La cita que reproduce de María Zambrano es perfecta: «Ojos y oídos son ventanas», que dilatan el instante dentro de la irremediable fugacidad abocada siempre al final.
Mediante una sólida estructura muy meditada y valiéndose de la brevedad de las composiciones, sabios fogonazos avivando la reflexión―, el poeta ha construido un discurso tan coherente como cargado de espiritualidad, a través del cual ensalza la constante gratitud de estar vivo, es decir, «la humilde entrega de estar despierto», ya que «vivir no necesita más adorno». Para ello, se requiere mantener estimulada la inocencia del niño o «volver a ser el niño / dispuesto a descubrir / lo bello que se esconde / tras las pequeñas cosas». El estímulo de la fascinación es, pues, la raíz que impulsa tanto a escribir como a leer un poema: «Del asombro al asombro va la poesía».
Dijo nuestro querido Rafael Guillén, una voz muy presente en este libro por su forma de contemplar el mundo: «se vive en estado de poesía; que es muy distinto a ir de poeta por la vida». Javier Gilabert escribe poesía, esto es, buena poesía, para incitarnos a pervivir en un afortunado «estado de poesía».
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