Europa'31
La desconfianza está presente en un sector de la población a tenor de promesas que ilusionaron y se desinflaron. Recordemos el Milenio, la Universiada, el Teatro de Ópera o Gran Teatro del que Granada no dispone
José García Román
Viernes, 23 de febrero 2024, 23:17
Dedicado a la Asociación Ciudadanos por Granada
¿Hay dudas de que se vaya a conceder la Capitalidad Europea de la Cultura a Granada? Rumores ... no faltan. Quizás tampoco razones vinculadas a nuestra apatía y escasa reivindicación. Las manifestaciones reclamando dos hospitales completos y el tren marcaron un antes y un después en una ciudadanía que solo buscaba ensanchar los 'pulmones' de una ciudad que en cierto sentido se ahoga, mientras espera, espera, espera, y otras ciudades incrementan su capacidad pulmonar. La última frustración ha sido con motivo de la adjudicación de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. Si se hubiese concedido a Granada, según las expectativas razonadas y fundadas, seguramente tendríamos un punto más en la valoración de nuestra ciudad que aspira a ser Capital Europea de la Cultura en 2031 y los ánimos estarían más entonados. Sin embargo, Granada ha 'asumido' la afrenta de ser ninguneada. En vez de irnos a la calle a apoyar a quienes nos representaron con el voto unánime en la solicitud, hemos aceptado que nos cubran las nubes de la resignación.
La desconfianza está presente en un sector de la población a tenor de promesas que ilusionaron y se desinflaron. Recordemos el Milenio, la Universiada, el Teatro de Ópera o Gran Teatro del que Granada no dispone (en el camino quedó la maqueta 'Granatum' de Kengo Kuma, ganador del concurso). Solamente quedaba echar a andar y acoger también en el edificio el Centro Andaluz de Danza prometido a Granada por la Consejería de Cultura. Supongo que se paralizaría después de una tardía reflexión acompañada de esta pregunta: «¿Para qué quiere Granada un teatro de esa índole si carece de medios económicos?», no considerando que podría haber sido el Teatro de la llamada Andalucía Oriental con más de tres millones de habitantes.
Con tales vivencias quizás deberíamos preguntarnos: ¿Va en 'serio' la candidatura de la Capitalidad Europea, es decir, ¡'a por todas'!? ¿Qué nuevas infraestructuras, qué reformas y acciones refrendarán dicha candidatura evitando lo que sucede al concluir los espectáculos del circo, que se arrían las lonas y hasta otra oportunidad? ¿Qué aspecto de la ciudad se ofrecerá al jurado que la visite? ¿Qué plan existe para el Cerro de san Miguel (del Aceituno), extraordinario mirador de la Ciudad, o para el Sacromonte con un 'urbanismo' inadecuado, no acorde con la mejor imagen internacional del cante y el baile flamencos? ¿Qué intervenciones están previstas en zonas del Albaicín, durante años ruinosas, por ejemplo: la iglesia de san Luis o la zona de los Mascarones que tuvieron de excepcionales vecinos al poeta Pedro Soto de Rojas y al escultor José de Mora? ¿Y en las murallas, cuyo entorno se ha convertido en lugar para hacer sus necesidades algunos perros domésticos? ¿Y las pintadas en estas y en los muros de la Catedral que suplican ser liberados de mercadillos? ¿Qué hay de bajar el Museo de Bellas Artes a la ciudad y rescatar el Centro A. Ganivet de la Alhambra para facilitar la gestión de sus propias actividades? ¿Qué proyectos sobre la colección artística de Caja Granada –es decir, de los granadinos–, y de los legados generosos que esperan un espacio de disfrute para la ciudadanía y de reconocimiento a sus donantes? Y la pregunta principal: ¿Va tarde la preparación de la candidatura? Con permiso de Francisco Ayala, hoy ya no es ayer; es anteayer. He reiterado en diversas circunstancias la cita de Ortega «pensar en grande». Esto lleva consigo ¡actuar en grande!, superando actitudes proteicas, tornadizas e inconstantes.
Con tales vivencias quizás deberíamos preguntarnos: ¿Va en 'serio' la candidatura de la Capitalidad Europea, es decir, ¡'a por todas'!?
Granada fue proclamada por Manuel de Falla 'centro del mundo' al establecerse en la ciudad deseada tras la vuelta de París y su desencanto de Madrid, a pesar de los consejos de un amigo que le previno sobre la idea de instalarse donde poco o nada tenía que hacer. Juan Ramón Jiménez, invitado a visitar Granada por F. García Lorca en 1924, no solo se sintió herido por una belleza suprema sino que comprendió la decisión de Falla de residir en nuestra ciudad, expresándolo así: «Se fue a Granada por silencio y tiempo, y Granada le sobredió armonía y eternidad», exteriorizando magistralmente el tesoro de una ciudad extraña a tensiones 'cacofónicas', a 'percusiones' destempladas e inteligencias de orgullosa memoria y descuidadas en el reposo del no saber sabiendo, del no ver viendo, del no respirar respirando, del no oír oyendo, del no soñar soñando…
Lo que implicaban las palabras 'silencio y tiempo' es la realidad de una trascendencia singular, ajena a la mayoría que ama a Granada, pero que se intuye aunque cueste explicarlo. No es fácil escuchar la voz de ciudades como Granada que habla por signos, porque todo lo que había que soñar está soñado, todo lo que había que hablar está hablado, todo lo que había que escribir está escrito y todo lo que había que cantar está cantado. Es hora de actuar silenciosa, febril y decisivamente.
Nuestras cumbres nevadas nos envían diariamente un mensaje que podría resumirse en dos palabras: 'Granada eterna'. ¿Y qué significa tal expresión? Se precisa toda una vida para descubrir qué es eso de 'eterna'. No obstante, algo puede percibirse cuando huye el 'ruido' permitiéndonos escuchar el latir del corazón de esta ciudad universal que canta como ninguna. Como los mirlos y ruiseñores de la Alhambra: la orquesta al aire libre de Granada.
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