Gabarras
No hay santera o hechicero capaz de romper el embrujo aunque sean los mismos que para otras capitales y ciudades andaluzas sí tienen la pócima
José Cortés
Viernes, 12 de abril 2024, 23:28
Han pasado ya trece años. ¡Cómo corre el tiempo! Sin darnos cuenta el próximo mes de mayo se cumplirán 4.745 días desde que el ... tranvía se encuentra en vía muerta. En esta ocasión no se soplarán las velas, porque lamentablemente no hay nada que celebrar. 4.745 días con sus noches, casi 115.000 horas tiradas a la basura.
Durante este tiempo también han sido muchos los dirigentes políticos que han pasado por distintas responsabilidades y que han sido incapaces de poner en marcha este sistema tranviario. Tiempo baldío. Tampoco se aprovechó la espera para realizar un proyecto de ampliación en la ciudad, mucho menos para el área metropolitana de la capital que habría sido lo deseable. Es como si ese proyecto que nació gafado siguiera con el mal de ojo encima. No hay santera o hechicero capaz de romper el embrujo aunque sean los mismos que para otras capitales y ciudades andaluzas sí tienen la pócima. Los hechiceros encuentran el remedio para hacer dos o incluso tres líneas de metro mientras aquí se sigue clamando en el desierto.
El tranvía no es más que el reflejo de otras inversiones que o llegan con cuentagotas o simplemente no llegan. Siete años para el traslado de las obras de arte ibérico al Museo que debería haber albergado una exposición permanente y que sigue teniendo una mera muestra de nuestra riqueza. Pero no acaba ahí el asunto, el proyecto museográfico; ese, deberá esperar aún algún tiempo.
Y si hablamos de la Ciudad Sanitaria, cualquiera puede sacar sus propias conclusiones. Los terrenos esperando ser ocupados aguardando primero al edificio de la lavandería, y luego…
Podríamos continuar por las infraestructuras de carreteras y de autovías comprometidas así como del ferrocarril. Sí, ese tren que pasa una vez cada mucho tiempo y que en esta provincia no nos dejan coger. Ese tren que raro es el día que no sufre un contratiempo. Coger el tren es estar abierto a todo tipo de aventuras. ¿Acaso no es un viaje una aventura? Pues eso mismo parecen pensar en RENFE o Adif.
Y así la lista se nos hace tan interminable que se nos agota el papel y la tinta de tanto escribir. Pasan los días, los meses y los años y continuamos contando las mismas cosas. No logramos superar el bucle. El soniquete de los asuntos pendientes no cambia. Es como el de las tómbolas en las ferias.
Llevamos demasiado tiempo. Cuarenta años, cuarenta, han tardado en Bilbao en sacar la gabarra. Mientras, las nuestras, siguen amarradas a la vera del Guadalquivir, no sabemos por cuanto tiempo.
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